Messi se queda, Messi juega, Messi manda. El primer partido de la nueva era remitía al último, como si fuera el punto de partida para empezar a cambiar al Barça. Solo Pedri (y el ya conocido Aleñá) se colaron en el primer once titular de Koeman, en el que estaba también Dembélé. El segundo once tal vez era el del futuro, con De Jong en la sala de máquinas junto a Riqui Puig, Coutinho por delante y Trincao en la banda.

Messi fue el último en volver y fue el primero en comparecer sobre el césped por su condición de capitán. No ha renunciado al brazalete. Alrededor de él, y no sobre él, quiere reconstruir Koeman el Barça. "Me encanta la idea de juego que tiene, podemos hacer un buen año", dijo Pedri, privilegiado debutante como titular a sus 17 años.

Con Messi en el campo y Josep Maria Bartomeu en el palco, el presidente también continúa, indiferente a las peticiones de dimisión, al voto de censura y a la ruptura con el astro, que le acusó de mentiroso. Se sentó Bartomeu en el Estadi Johan Cruyff para inaugurar la nueva etapa (la de su despedida), cerca de todos, en un campo pequeñito, pero sintiéndose lejos de todos, tiernas como están las heridas con la plantilla.

Bartomeu tuvo un indicio del Barça que está naciendo con el héroe de Wembley. "Hemos visto cosas buenas al principio, en jugadas por las bandas, pero también en la segunda mitad", comentó Koeman, aunque valoraba, sobre todo, que no se hubiera producido ninguna lesión que interrumpiera la preparación de nadie. En su hoja de ruta, y a partir de la tercera semana de entrenamientos, "tocará hacer cosas más tácticas para que cada uno sepa lo que tiene que hacer en su posición".

A los más jóvenes les urge asimilar con mayor rapidez las enseñanzas del técnico para subirse a un tren que no espera a nadie. Pedri y Trincao debutaron, el primero como titular. "Es un gran talento, hay que reconocerlo, que el chaval solo tiene tiene 17 años. Es un fichaje importante para el futuro", comentó. "Gran talento" también detectó en Trincao, que jugó también en la banda derecha. "Tendrá que adaptarse a sus compañeros en la intensidad y ritmo de balón al que queremos jugar", comentó, antes de resumir: "Son grandes fichajes".

La revolución, o renovación, o remodelación que haga Koeman, calificativo que dependerá de la cantidad de cambios que introduzca el técnico, un adjetivo todavía hoy pendiente, no afecta a las jerarquías del vestuario. Al menos, de forma evidente. El orden de los capitanes suele elegirlo la plantilla, salvo excepciones. Koeman ha visto injerencias en el pasado, cuando Johan Cruyff quitó a Andoni Zubizarreta el brazalete para dárselo a José Mari Bakero o cuando Louis van Gaal quiso elegir a su capitán en el equipo. Koeman va a tientas, consciente de que debe evitar susceptibilidades en un terreno muy sensible. Messi sigue en el Barça y Messi sigue de capitán. Se queda con todas sus consecuencias. Con el brazalete en el brazo. Como si nada hubiera pasado, aunque inicialmente lo hace contra su voluntad.