La historia del partido para el Madrid parecía la de siempre: solidez defensiva, control del partido, despliegue físico y posesión de balón. El problema fue que el Betis de Pellegrini ya ha demostrado que es uno de esos equipos que puede quitarle el balón a los de Zidane y dañar la solidez de la que presume, y lo hizo con eficacia gracias al trío Canales, Fekir y Joaquín, en modo de combinación constante y vertical. La solución fue la aparición del VAR, ese elemento que ha modificado lo que conocíamos como fútbol hasta decantar un gran partido con dos decisiones desde Las Rozas.

El partido estaba en una igualdad vertiginosa camino al tramo final, con constantes idas y venidas, y en esas emergió el videoarbitraje. Primero en la única aparición de un Jovic para llamar al árbitro, que había pitado fuera de juego, al monitor para expulsar a Emerson por un roce sobre el serbio al borde del área. El partido quedó descompensado y el Madrid se fue al ataque, pero aún había más: un penalti por mano de Bartra en un forcejeo con Mayoral, revisado con carácter retroactivo por el videoarbitraje y en la que nadie había reparado, que le dio la primera victoria de La Liga al Madrid después de un sufrimiento indecente ante un gran Betis, que llevó la iniciativa con 11 jugadores.

El cuento parecía empezar bien para el Madrid, con dominio gracias a la acumulación de centrocampistas y, pese a una primera intervención impresionante de Courtois a un cabezazo de Sanabria (premonitoria), con gol. El punto diferencial lo marca Benzema, que cuando tiene el día, ponga Zidane el sistema que ponga, resuelve la falta de contundencia blanca en el área rival. El francés presionó en el empate. Después apareció el VAR y el resto será polémica, justificada.