En la temporada más complicada y con las circunstancias más inciertas de su historia, a los equipos coruñeses de hockey sobre patines les sobrevino esta semana un problema más a la larga lista que ya acumulaban: la suspensión por parte del Concello del contrato con Vueling, compañía encargada de realizar la conexión aérea con Barcelona. El Liceo, único equipo no catalán de una liga con 16 contendientes, es el principal perjudicado. No solo por la dificultad para encontrar vuelos sino porque la aerolínea era uno de sus patrocinadores y el acuerdo ha quedado cancelado. Pero también afecta al Borbolla, con tres viajes en la primera vuelta en la OK Liga femenina (en la segunda serán más), y al Compañía de María, el Dominicos y el filial verdiblanco, en la OK Plata, con siete desplazamientos a Cataluña. Escalas en Madrid, viajes de tres días y salidas y llegadas desde Santiago son las tres principales opciones que barajan para que el presupuesto no dinamite toda la planificación del curso.

La caída de las frecuencias ya había provocado cambios en las habituales y madrugadoras rutinas de los equipos, que salvo excepciones salían en el primer vuelo de la mañana, el de las 07.00 horas, y regresaban también en el primero del día siguiente. El Liceo, la semana pasada, ya salió desde Santiago para jugar el sábado en Igualada. Eso sí, más tarde. "Llegamos a las cuatro de la tarde y el partido era a las ocho. Por eso pedimos jugar los viernes. Nos han dicho que no y ya hemos avisado que tal y como están los vuelos, cualquier día, si pasa algo, podemos llegar tarde", explica Antón Baldomir, directivo del Liceo. Para el club verdiblanco los viajes ya eran un quebradero de cabeza continuo. Hay que tener en cuenta que parte con cerca de 20.000 euros menos de presupuesto que sus rivales porque es lo que se gasta en desplazamientos, que los equipos catalanes ahorran porque en la mayoría de los casos los jugadores incluso se trasladan en su propio coche. Calculan desde la institución verdiblanca que en cada viaje invierten, solo en avión, en torno a 1.200 euros. Cantidad que hay que multiplicar por quince y sumar los siete del filial, unos 26.500 euros en total.

Santiago también es la solución que barajan en el Dominicos, que según su coordinador, Pablo Togores, siguen "valorando todas las opciones". Para el exjugador y exentrenador del equipo -ahora ha cogido las riendas su hermano Manuel- lo peor es la falta de previsión. "Ojalá pudiésemos saber cómo va a ser esto todo el año porque así nos adaptaríamos a lo que hubiera. Pero esto va cambiando cada semana y se hace muy complicado coger vuelos con antelación para que todo salga más barato", se queja.

El Borbolla tiene su primer partido fuera de casa el 10 de octubre. Para jugar el sábado a las 18.00 horas en Manlleu tiene que ir el viernes y volver el domingo. Dos noches de hotel. El doble de gasto de lo normal. En cuanto a Compañía de María, también sigue sopesando todas las opciones para los viajes a Cataluña. El del día 10, el del estreno en Capellades, lo hará vía Santiago, pero con escala de una hora en Madrid, para intentar que llegar con más descanso.

Pero no solo se complica la operación salida, sino también la entrada. Los equipos catalanes que tengan que venir a jugar a A Coruña se enfrentarán a los mismo problemas. Los sábados solo hay una conexión, a la noche, igual que los domingos, al mediodía. Según la hora del partido, incluso se tendrían que quedar dos noches y también utilizar la vía de Santiago de Compostela. Un problema añadido a todas las incógnitas del inicio del curso, con distintos protocolos según las comunidades, con los presupuestos reducidos, las gradas vacías y el coronavirus como amenaza.