Rafa Nadal se impuso este viernes al argentino Diego Schwartzman en semifinales de Roland Garros, por 6-3, 6-3 y 7-6, en 3 horas y 8 minutos, y optará el domingo a su decimotercera Copa de los Mosqueteros contra Novak Dkojovic.

El serbio, número 1 del mundo, evitó la remontada en semifinales del griego Stefanos Tsitsipas, que tras perder las dos primeras mangas forzó una quinta, antes de inclinarse por 6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1 en 3 horas y 54 minutos.

Será la tercera final de Roland Garros que disputen Nadal y Djokovic en Roland Garros y el primer duelo entre ambos desde que el serbio propinó al español su segunda derrota en la tierra batida de París, en los cuartos de final de 2015. El mallorquín nunca ha perdido una final en París.

En esta ocasión y por sexta vez, Nadal alcanza la final de París sin haber perdido un set en su camino.

Para lograr su triunfo 99º en Roland Garros, Nadal, de 34 años, tuvo que emplearse a fondo contra el rival que le endosó hace unas semanas su única derrota tras el confinamiento en el Masters 1000 de Roma y que durante el primer set, que superó la hora de juego, tuteó al defensor del título.

"Diego llegaba en una gran forma, ya me lo había demostrado y lo corroboró aquí contra Thiem. Es uno de los rivales que más te puede romper el saque, ha sido una victoria muy trabajada", señaló el español.

Salió el sol y el día tuvo tintes primaverales en esta edición otoñal. Los abrigos y bufandas tan pintorescos en las gradas de la Philippe Chatrier este año dejaron paso al más típico sombrero blanco, hasta el punto de que el torneo tuvo casi la misma pinta que en mayo y junio.

Hasta se vieron banderas españolas entre el millar de espectadores, cifra limitada por las medidas de seguridad contra la Covid-19, y los gritos de "Allé Rafa" y de "Vamos Diego" rompieron el tono monótono de esta edición del torneo.

El sol, tan esperado, fue sin embargo molesto para el jugador del fondo de la tribuna de presidencia, porque la sombra que hace el nuevo techo de la pista perturba la visibilidad.

Roland Garros se pareció algo a Roland Garros, también en la pista, donde el español prosigue su trayectoria inmaculada en los últimos escalones del torneo, sin derrotas a partir de semifinales, cuando su juego ya se ha rodado suficiente y alcanza su más elevado nivel.

Nadal solo ha cedido dos sets en semifinales y Schwartzman no le robó ninguno, aunque frente al argentino el partido fue un intercambio de zarpazos, interminables idas y venidas de bola.

El argentino tuvo opciones en el primero, más disputado de lo que dice el marcador, que sobrepasó la hora de juego y en el que ambos tuvieron alternativas. Pero mientras Schwartzman solo aprovechó una de las bolas de rotura de que dispuso, Nadal ganó las dos que tuvo y no dejó que su rival se apuntara su servicio hasta el sexto juego, cuando el reloj ya marcaba 45 minutos de partido.

El español mantuvo la ventaja y se apuntó la manga.

Si ya era difícil la tarea que traía el argentino, destronar al rey en su feudo, con un set por debajo parecía titánica y el bonaerense debió sentir el peso de la dificultad, porque su tenis perdió un punto de tensión.

No se fue del partido, pero cedió la iniciativa, hasta ese momento compartida, al español, que a la segunda intentona ya le arrebató el saque, sin que pareciera en condiciones de reaccionar un Schwartzman que se fue desdibujando.

Solo en el sexto juego hubo un intento de rebelión, tibio, un 0-30 que coreó el público deseoso de que el duelo recobrara brío. Pero lo acalló el español con un par de golpes magistrales.

No tiró el partido el argentino, que en el tercer set cedió su saque, pero lo recuperó en el quinto y de nuevo, tras cederlo al siguiente, en el séptimo.

Dispuso de tres bolas de rotura en el décimo, que le hubieran puesto en situación de servir para apuntarse el set, pero de nuevo las dejó escapar. Forzó un juego de desempate en el que perdió la precisión y cometió varios errores que no le permitieron disputarlo.

Djokovic evita la remontada

Por su parte, el número 1 del mundo, evitó la remontada del griego Stefanos Tsitispas, que tras perder las dos primeras mangas forzó una quinta, antes de inclinarse por 6-3, 6-2, 5-7, 4-6 y 6-1. "Aquí el favorito es él, es su casa, con todos los títulos que ha ganado. Pero en 2015 le gané. Es el mayor reto que puedes afrontar en nuestro deporte, jugar aquí contra Nadal. Estoy motivado para poder intentar ganar", dijo el serbio.

Nole, que esta temporada solo cuenta una derrota, la descalificación en el Abierto de Estados Unidos por agredir a una juez, alcanza su quinta final tras haber perdido un set en cuartos contra el español Pablo Carreño y dos en semis frente a Tsitsipas, sexto del mundo.

En esta ocasión, el serbio no podrá poner como pretexto problemas físicos, puesto que no dio muestras de las molestias musculares que había evidenciado contra el español.

Tenía encarrilado el serbio el partido, dominando las embestidas del fogoso griego de 22 años, sexto del mundo, que optaba a su primera final de un grande hasta bien entrado el tercer set. Ahí, con 5-4 en el marcador, dispuso incluso de una bola de partido, cuando ni se habían jugado tres horas. Pero la levantó el heleno y eso le revigorizó, soltó su brazo y comenzó a atacar el juego del serbio, que reculó y se vio superado.

Se anotó el set Tsitsipas y aunque el serbio parecía decidido a dejar ahí el mal, tropezó una y otra vez a la hora de convertir las pelotas de rotura. Hasta 11 tuvo en esa manga, pero solo convirtió una.

Djokovic felicitó a Tsitsipas, aseguró que tras dejarse remontar los dos primeros sets mantuvo la calma "en la superficie, pero en el fondo era otra cosa". "Tenía el control del juego, pero él ha elevado el nivel y se me han escapado los dos sets", aseguró.

La resistencia del griego no dio para un quinto set. Tsitsipas ya remontó un 2-0 en contra en su debut en Roland Garros contra el español Jaume Munar, en su primer triunfo a cinco sets en París, pero esta vez el rival era de más talla. Hincó la rodilla el heleno, orgulloso de haber superado su mejor actuación en París y haber alcanzado por segunda vez en su joven carrera las semifinales de un grande tras las del pasado Abierto de Australia.

Djokovic, de 33 años, se convierte en séptimo tenista que alcanza las cinco finales en París, con lo que iguala a Roger Federer, a una de las que jugó el sueco Bjorn Borg y lejos de las 13 de Nadal.

Además, será la final 27 de un grande que dispute el serbio, que tiene una menos que Nadal y está a 4 de Federer. Será también la primera final del serbio desde que levantó su único título en la capital francesa en 2016, un triunfo que abrió un periodo de sequía en el palmarés del balcánico.