Para entender lo que hizo anoche el Liceo en el Palau Blaugrana hay que tirar de hemeroteca. Cincuenta partidos llevaba el Barça invicto en su feudo, donde los coruñeses no ganaban en liga desde 2009. Los azulgrana además acumulaban 26 triunfos seguidos desde que, precisamente contra el Liceo en A Coruña, habían sufrido su última derrota en la competición doméstica. Todas las estadísticas rotas de un plumazo gracias a una victoria por 3-4 basada en un derroche descomunal del conjunto de Juan Copa. Él supo encontrar el talón de Aquiles de un gigante que no se sintió cómodo sin poder desarrollar su juego, completamente atado por unos jugadores verdiblancos que no solo respondieron a los envites, sino que incluso se atrevieron a redoblar la apuesta. Con la seguridad que aportó Carles Grau en la portería y una lección de defensa -prácticamente sin faltas, solo una en los quince minutos finales para quedarse en 9-, también supieron encontrar el acierto, repartido entre Jordi Adroher (2), Roberto di Benedetto y César Carballeira, para superar al una vez más sensacional Sergi Fernández, portero culé. El Liceo sale líder del Palau -empatado a nueve puntos con el Reus-, pero sobre todo, reforzado. El mundo del hockey le observa asombrado. Aquí hay candidato.

No parecía un partido más. El equipo coruñés tenía ganas de demostrar qué hubiese podido pasar si le hubiesen dejado jugar el play off la temporada pasada. Las fuerzas estaban niveladas con la llegada de Carballeira y Adroher. Pero había algo en lo que el Liceo era superior: el físico. Los azulgrana eran uno más, pero eso no se notó. No solo porque el nuevo preparador Mon Fernández ha puesto a los verdiblancos como motos en la pretemporada sino también porque Juan Copa, también en esto, gestionó perfectamente los minutos en pista. Al principio, rotaciones largas. Según fue desarrollándose el partido, más cortas, de dos o tres minutos, pero de intensidad máxima. Cada uno que entraba echaba el resto. Y después el siguiente. Los locales acabaron desesperados. No están acostumbrados a que nadie, o casi nadie, les aguante el ritmo. Menos a que alguien sea superior en ese aspecto. Después de una primera parte frenética (1-1), cualquier otro equipo se hubiese venido abajo en la segunda mitad. Pero los coruñeses seguían corriendo a por todas, presionando las líneas de pase, cerrando todos los huecos. Y, poco a poco, el cansancio hizo mella en los de casa, que con las ideas menos claras fueron vulnerables. El Liceo se hartó de robar bolas, llegaron los goles y la victoria.

El partido fue uno de los mejores que se han jugado en la OK Liga en los últimos años por el nivel demostrado por ambos. La primera parte, para poner una y otra vez. No hubo un segundo desaprovechado. Los dos equipos salieron sin contemplaciones. Nada de especular y esperar el error ajeno. En un minuto y medio los jugadores ya habían corrido de un lado a otro de la pista sin parar, con ataques cortos, de 20 segundos. Casi como un partido de tenis. El Liceo tuvo la primera oportunidad por medio de Franco Platero, que se fue de todos por velocidad y se plantó frente al portero. Después, fue el protagonista de la jugada que le costó la azul a Pau Bargalló. Al punto de la directa se fue Adroher. Lo hizo casi perfecto, pero igual de bien Sergi Fernández para pararla. En superioridad, los verdiblancos vivieron sus peores minutos y Alabart pudo marcar hasta dos veces. El Barcelona se vino arriba. Los árbitros pitaron penalti a su favor. Un poco infantil, porque los locales ni siquiera tenían la bola en posesión cuando el defensa argentino hizo un bloqueo en su propia área que acabó con el jugador del Barça en el suelo. Rodrigues mando el penalti al palo, pero el rechace le favoreció para batir a Grau.

El duelo se calentó desde el banquillo. En un cambio, la tensión por un empujón le costó al delegado del Liceo (Antón Baldomir) y al segundo entrenador del Barça (Jordi Roca) la tarjeta roja. Los colegiados tenían el listón muy bajo. En otro bloqueo, azul a Helder Nunes. Adroher volvió a intentarlo, pero su disparo se estrelló contra el hierro. Mejoró en superioridad el Liceo y solo cuando faltaban unos segundos para que el Barça recuperara el quinto hombre, Adroher enchufó una fuerte pala que se coló en la red pese a la estirada de cuello de Fernández. Nadie quería que terminara la primera parte, que murió después de un palo para cada equipo, uno de Dava Torres y otro de Helder Nunes.

La segunda parte cambió el guión. El Liceo reservó fuerzas para el final y se impuso el orden en defensa. Una azul a Roberto di Benedetto dio al Barcelona la oportunidad de adelantarse, pero Grau siguió con su exhibición para frenar a Pau Bargalló. En inferioridad, los locales intentaron mover rápido la bola, pero ni así pillaron a los verdiblancos. Ya no estaban tan frescos y empezaba a aflorar la frustración. Dispusieron de un penalti que Rodrigues mandó dos veces al palo. Después Adroher volvió a intentarlo con una directa por la décima falta del Barça, pero se escoró demasiado. El partido se encaminaba a la recta final, los últimos diez minutos, sin una resolución clara.

Tanto el Liceo como el Barcelona apretaron el acelerador, pero le quedaban más fuerzas al primero. Oruste metió el stick para rozar un pase, que en vez de su destino acabó en Roberto di Benedetto. Este corrió a la contra y con un disparo hizo el 1-2. Después otro misil en una falta, de César Carballeira, subió el 1-3. Se rozaba la gesta. Los culés tenían que recortar y a la desesperada Nunes se encontró una bola en el segundo palo para el 2-3. Sin dar tiempo a reaccionar, Adroher sí que aprovechó la directa por la azul a Bargalló para con su habitual destreza poner el 2-4. Otra vez estaba casi hecho. Solo se sufrió cuando a fala de 54 segundos, con los locales buscando que los coruñeses cometieran la décima falta que les otorgara una directa, los colegiados señalaron penalti que Nunes transformó. Pero se acabó. Y no se escapó. Una historia escrita en verdiblanco.