Seis de seis para el Deportivo Liceo, que a trancas y barrancas, no por juego por ni sensaciones sino por los continuos parones ajenos, mantiene su racha triunfal en la OK Liga, único equipo invicto tras la derrota de ayer del Lleida. Los verdiblancos vencieron ayer al Vic por 10-3 en un partido en el que el conjunto coruñés era su peor enemigo después de dos semanas inactivo y por la baja por lesión de Roberto di Benedetto, su máximo goleador que también es duda para viajar a Cataluña para el doble compromiso de esta semana, el miércoles en Voltregá y el viernes en Lloret. Pese al susto inicial, con el 0-1 de los catalanes, los jugadores de Juan Copa apretaron el ritmo para golear gracias a su calidad individual, pero también al dominio del juego, sobre todo, y aunque parezca mentira por los diez goles, por su contundencia en defensa.

La manija de este Liceo tiene de nombre César y de apellido Carballeira. Es el que más minutos está sobre la pista y calibra al equipo con su presencia. Ayer apenas dejaba que el Vic superara el centro de la pista. Cada vez que un rival pasaba por su lado el desenlace parecía más que obvio: el coruñés iba a robar la bola e iniciar el ataque de su equipo. Pocas veces lo superaron. Era un muro. Por físico, por colocación, por inteligencia y lectura del juego. Es el pulmón y el músculo. Le faltó el gol, aunque lo buscó con un par de esos misiles marca de la casa. No lo necesita. Él está para hacer otro trabajo. Y en eso dejó una lección de superioridad total.

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Goleada del Liceo al Vic desde la defensa

El Liceo arrancó motivado, con ganas de dar espectáculo. Pero con mala suerte. Hasta tres veces seguidas se estrelló la bola contra el palo. Dos en el mismo minuto tras los disparos de David Torres y Jordi Adroher. Otra más en la ocasión de Franco Platero. Y peor mala suerte cuando justo en la jugada siguiente Met Molas se coló en el área y delante de Carlos Grau la cruzó a la escuadra para el 0-1. Hacía dos años que los rojiblancos habían conquistado el Palacio contra todo pronóstico y los fantasmas del pasado visitaron a los locales. El Vic dio un paso atrás, se cerró. Hasta tres defensas se echaban encima de Adroher cada vez que recibía la bola. El Liceo se encontraba con Burgaya en todos sus intentos, incluso a bocajarro. Y fue Franco Platero, con una jugada clásica suya, el que se metió hasta la cocina y superó al portero para empatar el duelo. Ese gol cambió el guión. El dominio ya era del Liceo, pero ahora ya sabía lo que era marcar y el camino ya estaba aprendido. David Torres, desde el punto de penalti, puso por delante a los locales, que aumentaron su renta por medio de Maxi Oruste y Jordi Adroher con un golazo de auténtico genio por cómo controló la bola en el segundo palo para empujarla a las redes para el 4-1 con el que se llegó al descanso.

A la altura estuvo el gol de Marc Grau, ya en la segunda parte, que suponía el quinto. El nueve, en una jugada individual, se revolvió hasta encontrar el hueco y con un disparo colocado al milímetro batir al meta visitante. Los minutos pasaban sin que nada más se moviera. El Liceo lo hacía todo, pero solo le faltaba aumentar el marcador. La goleada llegó ya en la recta final y la impulsó Maxi Oruste. El argentino anotó tres goles en dos minutos en un festival verdiblanco. Arnau Font lo cortó para recortar, pero se llegó a la decena con Adroher y su directa y el canterano Pablo Parga, con el premio de la convocatoria, de tener minutos y de marcar un gol. En el último segundo Font maquilló con el 10-3 definitivo.