Con la expresiva naturalidad que ha asumido su nuevo estilo, el Atlético de Madrid superó también sus complejos ante el Barcelona, al que ganó sin matices, mejor que un rival herido, lejos del nivel que se le presupone, nada constante y doblegado por un doble error que aprovechó Yannick Carrasco.

Primero el fallo en el control de Piqué -en el segundo tiempo se retiró lesionado aparentemente de gravedad en la rodilla derecha- y después la salida exagerada o incomprensible, por la distancia que recorrió fuera de su portería, de Ter Stegen, facilitaron el único gol del partido al borde del descanso.

El detalle solucionó el triunfo del rojiblanco, pero no puede ser una excusa para un Barça al que faltó agresividad, intensidad y personalidad. También juego, aunque su esprint final le acercó a un empate impensable minutos antes.

A nueve puntos del Atlético, la reflexión es inmediata. Todo lo contrario que para el bloque de Simeone, que crece sustancialmente.No es una victoria sin más. Supone la confirmación de esa "evolución" palpable de esta temporada, más allá de la presencia de Luis Suárez.