El Madrid es un querer y no poder constante. Ante el Shakhtar no le dio ni para intentarlo ni con un ataque masivo final a la desesperada, como venía haciendo. Había perdido antes el partido, venido a menos tras una digna primera parte (lejos del gol), con un hundimiento preocupante y una imagen de impotencia abrumadora.

El Shakhtar, que no había marcado en la Liga de Campeones desde el partido en Valdebebas ante el Madrid y que se llevó un parcial de 10-0 en contra en el doble partido contra el Borussia Monchengladbach, se reencontró con el gol y con la victoria de nuevo ante el equipo de Zidane. Fue en la segunda parte, después del bajón tras el descanso de un Madrid impotente que empezó a perder balones y a sufrir en cada transición ofensiva rival. Al final, una derrota y el Madrid ya no depende de sí mismo para pasar a octavos, en cualquier caso tendrá que ganar en la jornada final a los alemanes.

Aún al filo del descanso, bajo la nieve, el Madrid había tenido buenos minutos de juego, huérfano de remate pero con un buen despliegue. Todo lo contrario que se vio después: un equipo incapaz de robar balones, sin ritmo y sin mordiente, a merced de un rival que estuvo cada vez más cómodo.

El buen inicio del Madrid se estrelló, a los cuatro minutos, contra el palo en una remate de Asensio al uso de un delantero centro clásico. Fue la mejor ocasión entre un correcto despliegue colectivo, con Modric especialmente inspirado en medio de una buena disposición colectiva, con movilidad, viveza para el robo y cierto dominio que permitió un Shakhtar cómodo en defensa, motivado por el recuerdo del partido en Valdebebas que ganó al contragolpe.

Zidane prescindió de Casemiro, para disponer el centro del campo que ganó en Milán ante el Inter, con éxito de Kroos y Modric para engarzar jugadas de mérito hasta la frontal del área rival, no más allá. Un poco por delante, Odegaard fue un canalizador del juego en tres cuartos de campo, el último tramo del campo en el que los de Zidane encontraban soluciones. A partir de ahí, cada balón al área era una llegada sin rematador, un casi constante.

Antes de la hora de partido, Courtois tuvo que hacer una parada de mérito. A la siguiente jugada, con el ataque de Shakhtar asistido por la connivencia de Varane tras un errático despeje de Mendy, el portero no pudo impedir el tanto de Dentinho.

El gol en contra terminó de socavar las motivaciones de un Madrid al que le empezaron a pesar las piernas, como un ciclista en medio de una pájara de las anteriores al potenciómetro que no es capaz de hacer avanzar la bicicleta.

Los cambios de Zidane llegaron a menos de un cuarto de hora para el final. Quitó a un Benzema que volvía de lesión. Fue el desencadenante de la carga madridista en busca del empate, una imagen que ya se vio en la última derrota ante el Alavés, una sensación de desesperación que ensombrece el camino. Entre ataques blancos llegó otro contragolpe del Shakhtar, el del gol definitivo convertido con maestría por Solomon, que ya le hizo un destrozo al Madrid en Valdebebas.