0-1. Y gracias. No hay partido tranquilo para el Barça. Ni lo habrá visto lo visto en Huesca, donde tuvo todo en la mano para disfrutar, al menos, de una noche calmada, pero por su propia inoperancia se complicó la vida terminando parapetado tras las manos de Ter Stegen. Incapaz de tener el control del encuentro. Incapaz de acabar con el balón en los pies, angustiado como anda el equipo, retrato dramático de un club que no sabe a donde va. Ni lo que busca. Angustiado estuvo el Barça para ganar en el campo del colista. 0-1 y gracias para el caritativo equipo de Koeman, que no sabe cerrar nada.

Había atasco en el flanco izquierdo, mientras Dest quedaba como el llanero solitario por la derecha. Messi vio pronto que Alba y Dembélé eran garantía de diversión. Y allí se marchó. A la otra punta, donde nació el 0-1 con un regalo de Reyes, perfectamente empaquetado, con gigantesco lazo rojo, del argentino a través de un gran centro para que De Jong irrumpiera por sorpresa para firmar el 0-1.