La obtención de los avales se había convertido en una contrarreloj para Joan Laporta. El lunes, antes de ver desde el palco del Camp Nou el Barça-Huesca, parecía haber obtenido el contraaval de casi 75 millones que le faltaban para reunir los 124,6 que necesitaba para empezar el mandato. Pero tras el partido tuvo que seguir negociando al complicarse el acuerdo con José Elías Navarro, propietario de Audax y cuyo vicepresidente, Eduard Romeu, está destinado a ser el responsable económico tras la salida de Jaume Giró.

Después de que las negociaciones parecieran rotas y Laporta empezara a estudiar alternativas, los contactos con Elías se retomaron y la situación se desbloqueó. Los futuros directivos desfilaron hacia una notaría de la Diagonal para firmar el ansiado aval.

Los estatutos del club señalan que una vez celebradas las elecciones el ganador tiene 10 días para presentar un aval del 15% del presupuesto. Un plazo que terminaba este miércoles a medianoche. De no presentarse o no ser aprobado por LaLiga, se debería empezar todo el proceso electoral de nuevo. Algo que nadie quería imaginar. Tras el tira y afloja, a primera hora de la tarde varios directivos explicaban que se dirigían a firmar el aval ante notario.

Una de las claves de la configuración de la nueva directiva es alguien que no formará parte de ella: el dueño, fundador y primer accionista de Audax Renovables, José Elías Navarro, quien carece de la antigüedad necesaria como socio para entrar. Ha concretado con Laporta un acuerdo para que Romeu, su mano derecha en la empresa y hombre de confianza, entre como vicepresidente económico. De hecho, Elías y Laporta habían ido hablando a lo largo del último año. Romeu será el enlace entre el club y el principal contravalador.

La situación financiera del Barça requiere soluciones creativas que desbloqueen la parálisis de ingresos. La de Audax venía a ajustarse de manera adecuada con la experiencia de Romeu en contratos de futuros. En la junta ampliada tras la salida de Giró, en la que habrá casi una veintena de directivos, no todos avalarán —al menos seis carecen de bienes para cubrir las exigencias bancarias—, y no todos avalarán lo mismo.

El patrimonio aportado por los directivos alcanzaba los 50 millones. De ahí que en las últimas horas el presidente electo llamara a empresarios con solvencia.