“Demaneu pista”, gritó Rafael Nadal con gesto serio hacia el palco de su equipo al segundo de ganar a Cameron Norrie por 6-1y 6-4 y clasificarse para las semifinales del Barcelona Open Banc Sabadell.

No había tenido suficiente con la hora y media que estuvo en la pista. No le gustó el final del partido, en el que dejó escapar una ventaja de 4-2 y tuvo bola de 5-2 que no pudo concretar. En el primer set solo había cedido un juego ante el tenista británico pero, en el segundo, se enredó nuevamente, como le había pasado en los anteriores partidos ante Ivasha y Nishikori.

Nadal dio la impresión de que encontraba mejores vibraciones que en los dos anteriores encuentros. Tenía más ritmo. Mandaba más con su derecha y su saque era más efectivo. En el primer set, Norrie no tuvo ni un punto de break y él rompió dos veces el saque del británico. Y así se mantuvo hasta que a los 80 minutos de juego Norrie logró hacer el primer break (4-4).

No le gustó a Nadal. El tenista mallorquín apretó los dientes para ganar los dos siguientes juegos y el partido en el segundo match ball. Era su victoria número 450 sobre tierra y la 64 que conseguía en Barcelona. Y decidió celebrarlo con un entrenamiento extra.

Nadal no quiere sorpresas. Sabe que le esperan rivales duros. Hoy será Pablo Carreño. Y, si supera la prueba, mañana le esperará uno de los nuevos talentos de la Next Gen. El más preocupante, Stefanos Tsitsipas, que se medirá al italiano Jannik Sinner en la otra semifinal.