Decía el gran, el inmenso, el tremendo, el inigualable, Enzo Ferrari, el dios de la velocidad, el mito de Italia, la persona, el símbolo, la marca, la industria que mejor y más representa a las carreras que “un piloto pierde un segundo por vuelta con cada hijo que tiene”.

El mismo día que Valentino Rossi, de 42 años y poseedor de nueve títulos del mundo, celebraba el 25º aniversario del primer gran premio que ganó en el Mundial de velocidad (Brno, 18 de agosto de 1996) anunció que su compañera, la modelo Francesca Sofía Novello, esperaba una niña. Y lo hizo, claro, de la manera más mediática que existe, en su Twitter, vestido de Doctor y acariciando con un estetoscopio el ombligo de la futura mamá.

Es posible, claro que sí, cualquiera se opone al juicio de semejante sabio, que don Enzo tuviese razón, pero de lo que no hay duda es de que el más grande, Valentino Rossi, hace ya mucho, mucho, tiempo que perdió ese segundo por vuelta (o más) que le separan de los mejores o, al menos, de los más veloces. Y lo hizo, no solo porque se hizo mayor o, contrariamente a lo que afirma, perdió la motivación y la pasión, sino porque aparecieron jabatos, como lo era él en aquel 1996, liderados por el catalán Marc Márquez, que le hicieron vivir la realidad.

Rossi ha protestado mucho, ha dado muchas explicaciones, demasiadas excusas, pero lo cierto es que lleva 12 años persiguiendo su 10º título, más de tres años sin ganar y más de un año sin subirse al podio. Todos entienden que tenía que haberse jubilado al final del 2019 y todos en el paddock (y así se lo han hecho saber) no solo han elogiado su laureada carrera, sino que sea papá.

El último de la parrilla

Ahora empieza la auténtica despedida de Valentino Rossi, en San Marino, en el circuito Marco Simocenlli, a 15 kilómetros de Tavullia, su casa, su cuna, su escuela, ante miles y miles de fieles amarillos. Poco importa que hoy, a las 14.00 horas, esté el último en la parrilla de MotoGP, a casi dos segundos de su compatriota y alumno destacado Pecco Bagnaia, que logró la pole. Ya nadie piensa en eso cuando contempla a Vale.

Como ocurre siempre que visita Misano desde hace décadas, sí, sí, porque está es la temporada nº 26 de Rossi, estrena un casco para correr. El año pasado, cuando ya todo el mundo decía que no tenía sentido (ni fuerzas) para pelear con los mejores, el Doctor hizo que su diseñador Aldo Drudi le pintase una viagra.

Esta vez, la tribu de Rossi ha querido homenajear a la niña que va a venir y el casco de Vale representa un regalo, envuelto con un inmenso lazo rosa y un par de líneas de una canción de Lucio Battisti, que se titula Con il nastro rosa, que dice, más o menos, “quién sabe quién eres; quién sabe qué serás; lo descubriremos solo viviendo”.

Bagnaia lidera la jauría de Ducati contra Quartararo

Quedan cinco grades premios, dos, precisamente, en el precioso y ardiente trazado de Misano, en Italia. Son cinco carreras que dan 125 puntos y el francés Fabio Quartararo (Yamaha) tiene 53 puntos sobre el italiano Pecco Bagnaia (Ducati) y 57 puntos sobre el campeón Joan Mir (Suzuki). No es solo Bagnaia quien se enfrenta a Quartararo, al líder, ya único, de Yamaha. Ducati colocó a sus cuatro motos oficiales en las cinco primeras plazas de la parrilla de hoy (14.00 horas, DAZN) de Misano: 1º, Bagnaia (1.31.065 minutos); 2º, Jack Miller; 3º, Quartararo; 4º Jorge Martín, tremendo lo del rookie español y 5º Johann Zarco. Es decir, la firma de Borgo Panigale puede preparar el asalto al líder, sólido, muy sólido de MotoGP, en plan equipo, tribu.