Había sudado cada punto, lo había trabajado cual orfebre, pero por momentos parecía un equipo invencible. Había ganado avasallando, resistiendo, dominando y pegando. Triunfos de todos los colores para el Deportivo. El repertorio era amplio. Tanto que hasta venía también con derrotas, como no podía ser de otra forma en una liga interminable, exigente e igualada. Hasta ahora contundente atrás, el equipo de Borja Jiménez se vino de Salamanca sin puntos (2-1) por su fragilidad atrás, justo el día que Lapeña quedaba confinado en la banda, y por su falta de profundidad y de respuesta en ataque ante la primera situación adversa de toda la temporada. Unionistas aguantó y percutió. Le dio un poco de su propia medicina al grupo blanquiazul en un partido que podría haber acabado también en empate. Le deja, de esta manera, el conjunto charro sin liderato y sin imbatibilidad.

Era fútbol modesto, pero también partido grande. Por un momento hasta era posible obviar el césped artificial en el inicio de partido ante el ambiente en las gradas, ante ese color blanquiazul en uno de los fondos, ante ese enfrentamiento entre primero y segundo en la tabla. El Dépor salió preparado para sufrir, también listo para imponerse. Borja sacaba al tapete a Mario Soriano y a Trigueros y sentaba a Rafa de Vicente y William. Todo para darle más dinamismo y empaque a la media, para hacerse fuerte por dentro y para intentar tapar por enésima vez el agujero negro del lateral derecho. Quinto partido, quinta apuesta diferente de inicio para esa posición. Esta vez, Lapeña.

Unionistas mantenía el pulso, pero con sus armas. Transiciones, ritmo, fútbol directo si la situación lo requería. Lo tenía claro el equipo de Mori, pronto se vio que no le llegaba. El conjunto coruñés echó a Soriano y a Elitim a las bandas, centró algo más a Quiles e incrustó a Villares en la salida y se vio que estaba cómodo con la pelota, que siempre había un hombre libre, que estaba en ventaja. En ese sentido, le sentó de maravilla la ayuda en esas labores del cedido por el Atlético, el mejor del Dépor, que dejaba el costado para venir a tocar. Aunque el grupo de Borja repartía juego por casi todas las cuadriculas del campo charro, llegaron por esa banda izquierda las primeras incursiones y también el primer gol. Miku bajó a recibir y lanzó a Héctor que proyectó un centro fofo al área. Ahí Quiles es el rey, el más listo. Recogió una pelota que buscaba dueño, se revolvió y la clavó cruzada en la esquina. 0-1, minuto 15, el Dépor ya ganaba. Siempre Quiles. Inmutable.

¿Quién fue el mejor jugador del Dépor ante Unionistas?

  • 17
  • 21
  • 37

Ya el Dépor estaba bien, el tanto le realzó, le recolocó aún más. Era inevitable. La pelota volaba en las inmediaciones del área salmantina. Pudo marcar Villares, también Elitim en un lanzamiento desde la frontal. Era todo fluidez... hasta que Unionistas se la cortó de un plumazo. En un arranque por su banda izquierda, Salinas acabó encontrando una autopista, tras un resbalón de Trigueros al salir a tapar, y la impulsó hacia la red de Ian Mackay. Llegaba el empate, 1-1. Sin anestesia. Se quedaba en 382 minutos la imbatibilidad del meta coruñés y aún habría más.

Cuando el Dépor buscaba rehacerse con los fundamentos que le habían hecho estar tan cómodo en el campo, llegó el segundo golpe. Un balón que parecía de fácil de despejar en el área blanquiazul se acabó convirtiendo en una especie de asistencia de Borja Granero a Pablo Espina. 2-1, a placer. Cuatro partidos sin goles y en unos minutos se desmoronaba todo el entramado. Haber sacado a Lapeña a la banda ya no parecía tan rentable. Casi llega el 3-1 unos instantes después, aunque Mackay seguía de guardia y lo evitó. El Dépor estaba grogui, Unionistas olía la sangre, atacaba por el costado de Rayco y sus compinches. El grupo de Borja agradecía el descanso.

El contexto de partido, a pesar de los dos reveses, invitaba al Dépor a perseverar. La pelota era suya, la movía con criterio y se mostraba suelto, más allá de las fases de juego de abatimiento por los tantos. Solo había pecado de falta de profundidad en ese primer tramo, pero podía ser cuestión de tiempo que su rival se cansase, que mostrase debilidades en su entramado, que acabasen aflorando las costuras. Borja Jiménez era el primero que era consciente de la superioridad blanquiazul en esa faceta del juego. No era el mismo dominio de algunos tramos hasta la reanudación, pero el partido tenía sobre todo un sentido, hacia Salva de la Cruz.

Deportivo-Unionistas LOF

Había ganado incluso profundidad el equipo coruñés con la entrada de Alberto Benito por el lesionado Trigueros, que evitó el 3-1 con un despeje cuando la grada ya lo celebraba. El lateral, sobreprotegido por Borja, no evidenció esa falta de forma que se le presuponía, dada su continuada suplencia, a pesar de ser el único jugador específico para el puesto. El guion de partido con un rival replegado le favorecía. Salvedad para un jugador que cumplió atrás y que le faltó algo de soltura arriba, algo que tampoco es extraño, ya que es su tercer partido en todo el verano-otoño.

No fue hasta casi el minuto 70 que llegaron los cambios no obligados en un Dépor que llevaba varios minutos pidiendo verticalidad, ser incisivo con jugadores diferentes. El fútbol es más que tener la pelota. Fue la virtud ayer y también la condena blanquiazul, que en cierta manera acabó pervirtiendo su propio plan. Las sustituciones fueron cayendo como fruta madura y, por más que el Dépor acumuló a más y más futbolistas arriba, tampoco fue capaz de encontrar el remate. Hasta cambió de banda a sus laterales. Ni con Doncel ni con Noel ni con un desdibujado Menudo pudo hacer nada. No era su mañana. Tras un mes en una nube, le toca bajarse, volver a sentir en el paladar el sabor de la derrota. Una prueba más para este equipo, una dificultad más ante la que rehacerse.

Unionistas-Deportivo LOF