“Si miras todo lo que he pasado durante los últimos siete años, nunca debería haber formado parte de otro equipo olímpico. Lo debería haber dejado mucho antes de Tokio”. Así lo sentencia Simone Biles en una entrevista a la revista New York Magazine. La gimnasta, que este mes testificó ante el Senado sobre los abusos sufridos a manos del doctor Larry Nassar, logró en los últimos Juegos el bronce en barra de equilibrios, tras renunciar a las otras finales para priorizar su salud mental. “Cuando Nassar estaba en los medios, era demasiado. Pero no iba a dejar que se llevara algo por lo que había trabajado desde que tenía 6 años. No iba a dejar que me quitara esa alegría. Así que empujé más allá de lo que pude, durante el tiempo que mi mente y mi cuerpo me lo permitían”, explica Biles en esta entrevista. Hasta que su cuerpo y mente dijeron basta en Tokio, donde estaba llamada a ser la estrella de los Juegos, y empezó a sufrir unos twisties (mareos) que hacían que se desorientara en el aire poniendo en riesgo su integridad física.

“Es básicamente un tema de vida o muerte. Es un milagro que aterrizara de pie. Si fuera cualquier otra persona, habría salido en camilla. Tan pronto como aterricé, fui y le dije a mi entrenador: ‘No puedo continuar”, recuerda.

Una vez recuperado el control de su vida, Biles ha iniciado una gira por una treintena de ciudades EEUU con la mayoría de las integrantes del equipo.