Las siete primeras jornadas de esta Liga implicaron el regreso a los estadios de los aficionados españoles por primera vez desde la pandemia. Sólo en la Comunidad Valenciana y Galicia se permitió la apertura limitada de puertas en el último encuentro de la temporada pasada. En los demás, se ponía fin a año y medio de fútbol en silencio, una abstinencia forzosa que hacía presagiar un regreso masivo, más aún teniendo en cuenta las restricciones de aforo vigentes, que fueron oscilando entre el 20% y el 60%. La realidad, sin embargo, contradice esa expectativa: un 17,5% de los asientos disponibles se quedaron sin dueño. En total, fueron alrededor de 210.000 butacas vacías frente a 1,2 millones ocupadas.

¿Pero eso es mucho o poco? Basta con establecer la comparación con las dos últimas jornadas en las que el público pudo acudir con normalidad, a principios de marzo de 2020. En esos 20 partidos se superó el 60% de aforo (límite hasta hace una jornada) en todos los estadios y la media de asistencia fue de un 77% y un 78%. En los primeros meses de esa temporada paralizada por la pandemia, todos los estadios salvo el del Espanyol superaban el 64% de ocupación. Dicho de otro modo, si los aficionados hubieran regresado al fútbol, habrían abarrotado los estadios durante la etapa de restricciones ya superada. Pero eso no es ni mucho menos lo que ha ocurrido. Casi uno de cada cinco de los que podían ir han preferido quedarse en casa.

LaLiga comenzó con una limitación general de los aforos del 40%, fijada por el Ministerio de Sanidad en acuerdo con las CCAA, si bien en Cataluña, Navarra, País Vasco y Comunidad Valenciana se aplicaron criterios restrictivos: en seis campos la asistencia máxima fue inferior a 10.000 espectadores. Pese a que en la mayoría de los campos la primera jornada de esta temporada suponía el retorno del público por primera vez desde el comienzo de la pandemia, la respuesta no fue masiva. De media, el 25% de los asientos permitidos para la primera jornada se quedaron vacíos, uno de cada cuatro.

“Contábamos con el factor agosto, porque todas las temporadas hay poca afluencia al estadio hasta que llega septiembre, hay mucha gente de vacaciones. Y en parte ha ocurrido. Pero ya estamos en octubre y no se ha terminado de corregir”, explican desde un club de Primera. En la segunda jornada, la buena respuesta de las aficiones de Levante, Atlético, Real Sociedad y Espanyol rebajó el dato al 10% los asientos vacíos, pero en la tercera repuntó hasta el 14,5%.

Reclamaciones judiciales

Con la llegada de septiembre, el aforo máximo creció en casi todas las comunidades hasta el 60%, en algunas como Euskadi y Comunidad Valenciana mediante reclamación judicial de LaLiga, después de que sus gobiernos autonómicos fijaran límites más restrictivos. La relajación no alentó en exceso la asistencia: en la cuarta jornada faltó el 11,9% de quienes podían ir y en la quinta el dato se elevó hasta el 20,1%. En la sexta el porcentaje de ausentes fue aún mayor (22,8%), si bien estuvo condicionado por ser jornada intersemanal. La séptima, la última con restricciones globales, arrojó un dato prácticamente idéntico a la media general: 17,8%.

Existen diferencias sustanciales. La Real Sociedad ha sido la que mejor respuesta ha ofrecido, dejando libres sólo el 1,39% de sus asientos, menos de mil en total, seguida por la del Espanyol y el Atlético, ambas con una ausencia en las gradas del 6,41%. En el caso de vascos y catalanes, hay que tener en cuenta que sus comunidades han sido las más restrictivas, por lo que en teoría les era más sencillo llenar el aforo.

En el extremo contrario, la hinchada del Rayo (57,1% de ausentes), que boicoteó masivamente a su directiva en el primer partido del curso (solo acudió el 10% del aforo disponible, 583 personas) y que contó con el hándicap de que no se pusieron a la venta abonos de temporada. Elche, Villarreal, Celta y Valencia también superaron el 30% de asientos disponibles vacíos.

Ahora bien, ¿por qué ha ocurrido todo esto? “Ir al fútbol no son 90 minutos en un estadio. Es un encuentro social. Hasta que la experiencia no pueda ser la que yo disfruto, prefiero estar sin ir”, explica Emilio Abejón, abonado del Atlético y secretario general de la Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español. Desde Bilbao, Javier Cotrino, socio del Athletic desde hace 15 años, coincide: “Me resulta incómodo ir a San Mamés en estas condiciones y con la pandemia nos hemos acostumbrado a lo cómodo: ver el fútbol en casa”.

“No va a ser como antes”

“Hay un factor que tiene que ver con la expectativa de la experiencia que lleva aparejada ir al fútbol. Gente que dice ‘es que esto ya no va a ser como antes’, porque ya no se puede ir con el compañero de al lado, o por lo que sea, y que prefiere que regrese todavía más la normalidad para volver a disfrutar como antes”, analiza la psicóloga deportiva Ares Zamora.

David Moscoso, presidente del Comité de Deporte de la Federación Española de Sociología, entiende que este fenómeno refleja la aceleración de un proceso previo: “Entre 2000 y 2020 se redujo un 40% el número de personas que asisten a espectáculos deportivos, pasando de un 48% a un 19% en 20 años”.

“El fútbol ha venido jugando un papel central tanto en nuestra sociedad como en nuestra economía, por lo que la crisis sanitaria no cambiará esta situación a medio y largo plazo. Otra cuestión diferente es si lo hará en el mismo grado de intensidad e interés social que hasta ahora. Puede que en el horizonte próximo aún se resienta y que necesite tiempo para recuperarse”, prevé Moscoso, que apunta también a la ausencia de grandes fichajes este verano como posible causa de este fenómeno.

Las señales parecen indicar que el regreso a los estadios al nivel previo a marzo de 2020 será paulatino, si es que se llegan a recuperar a esos niveles. La primera muestra real se vivió en la última jornada de Liga, en la que se habilitó un 100% de aforo en ocho de los 10 partidos (en el Athletic-Alavés y el Espanyol-Madrid se mantuvo el 60%). La asistencia a esos ocho campos fue del 67,24%, alrededor de dos tercios del total.