No lleva ni un mes en el Camp Nou y Xavi se asoma esta noche al partido, tal vez, más trascendental, de su corta carrera deportiva como entrenador. Hereda un equipo seco e ineficaz que camina meditabundo por Europa desde hace más de seis años cuando él todavía era jugador. Ahora, el Barça está en la cornisa más peligrosa.

Si no gana esta noche al Benfica ya no dependerá de sí mismo en la última jornada visitando al Bayern en Múnich y el caos, tanto deportivo como económico, podría precipitarse sobre un club necesitado y angustiado. Necesitado de calma deportiva (pasar a octavos se la daría hasta febrero, al menos) y necesitado también de los 20 millones de euros presupuestados por la junta de Laporta contando que el equipo llegaría hasta los cuartos de final.

Xavi se estrenó este sábado como entrenador del Barcelona. EFE

"Hablar es fácil, pero no estamos en un momento para sacar pecho. El Barça no lo está"

Es una delicada frontera de la que no es responsable Xavi, pero debe gestionar. Tiene claro el plan. Extremos abiertos sin tener extremos puros ya que Ilias (sancionado) y Abde (no está inscrito), son baja, pendiente de si recupera al lastimado Dembélé. Protagonismo permanente con el balón. Un modelo definido, basado en el 4-3-3, aunque pueda usar diferentes trajes para una misma idea, pero sin los recursos adecuados. "Aquí puedo decir que somos mucho mejores que el Benfica. Pero lo debemos demostrar", afirmó Xavi. 

La rutina de la tragedia europea

Las palabras, al menos en Europa, ya no tienen valor alguno para un club que hace tiempo abandonó la elite, mirando como se desangraba su equipo en ciudades que ya son malditas para el barcelonismo: Roma, Liverpool, Lisboa, París…. "Hablar es fácil, pero no estamos en un momento para sacar pecho. El Barça no lo está", subrayó Xavi, quien combina el mensaje de la ilusión ("soy muy positivo, visualizo que jugaremos bien y pasaremos, haya que ir al ataque y ser valientes") con el más profundo realismo, tal si fuera Koeman, pero usando, eso sí, otras palabras amparado en su guión de cabecera. "¡Somos el Barça!". Pero no se puede, ni tampoco se debe sacar pecho, acostumbrados los azulgranas a la rutina de las tragedias europeas

Y eso que el equipo, en el día 1 con Xavi, insinuó cosas interesantes. Detalles que luego no se plasmaron como el mismo entrenador deseaba. Al menos, y ya es mucho, el ambiente en torno al Barça ha mutado. 

Ambiente distinto

En apenas dos semanas se han vivido más momentos de ilusión que de abatimiento. Cualquier argumento (la presentación del propio Xavi o de Alves, rescatado, a sus 38 años del paro, aunque no se pueda recurrir a él hasta enero) era suficiente para recuperar la sonrisa perdida. El ambiente cambió y la mirada sobre el equipo también. Es una mirada mucho más comprensiva como exige cualquier inicio de proyecto. Ha cambiado hasta el Camp Nou, abandonando, por ahora, el clima de velatorio que ha presidido los últimos años. 

"Nunca había visto un Camp Nou así. Quedé alucinado el sábado por cómo anima y cómo lo siente todo. Parece que hemos cambiado de campo"

Tanto ha mutado que ni siquiera Xavi se reconoce dentro de ese templo. "Nunca había visto un Camp Nou así. Quedé alucinado el sábado por cómo anima y cómo lo siente todo. Parece que hemos cambiado de campo". Ruidoso y festivo, pese a que el juego en el derbi decayó en la media hora final, sufriendo igual que con Koeman, pero con más fortuna. Y dice Xavi no sentir vértigo alguno ante el examen.

"Duermo más que antes"

A Guardiola, que debutó con aquel 4-0 ante el Wisla de Cracovia en la previa de la Champions (2008), le dieron mucho más margen que a Xavi, aferrado ahora a una ilusionante pandilla de jóvenes que requieren la ayuda de las ‘vacas sagradas’ para sortear el abismo de una temprana eliminación.

El Benfica, guiado por el recuerdo del 3-0 de Lisboa que provocó ya el primer intento de Laporta para echar a Koeman, es temible. "Es un gran equipo, tiene alma, centrales de nivel, un centro del campo con talento y delanteros muy físicos", alertó Xavi, quien reconoció que "duermo más que antes, quizá porque estoy más cansado". Desde hace años, el Barça tiene insomnio. Vive angustiado y necesita el balón para atacar y también para defenderse.