El Extremadura UD y su futuro más inmediato queda en manos de los juzgados. Concretamente, en manos de la jueza Zaira Vanesa González Amado, encargada del Juzgado número 1 de lo Mercantil de Badajoz y que trata el caso del club azulgrana. Con fecha de 29 de noviembre, la jueza envió al administrador concursal una providencia en la que otorgaba un plazo de 10 días hábiles para que informara de si se había materializado el desembolso esperado que permitiera la viabilidad en la actividad de la sociedad anónima concursada, es decir, los 3,5 millones de euros que el Extremadura UD informó en su momento que iba a inyectar procedentes del Grupo Khalifa y con los que logró una medida cautelar que le ha permitido fichar, inscribir jugadores y seguir en competición. Pues bien, ese dinero no ha llegado. Ni se le espera. Y este miércoles el administrador concursal, Bernardo Silva, tuvo que remitir un escrito a la jueza para informarle de que ese dinero no estaba.

Con esa información, la jueza debe dictar una sentencia y es altamente probable que no valide el convenio de acreedores que en su momento sacó adelante el Extremadura raspando en votos (un 68% cuando necesitaba un 65%). Todo apunta a que la jueza abrirá un proceso de liquidación de la sociedad como paso previo a la desaparición del club.

La peor de las noticias posibles se ha confirmado en el Extremadura UD. No hay dinero. El presidente del club Manuel Franganillo, que había anunciado que estaba en múltiples operaciones para hallar soluciones, no ha podido revertir en plazo la situación. Todo ello pese a los innumerables mensajes de optimismo y euforia que paralelamente vertía el club en sus redes sociales, viviendo como en una extraña realidad paralela que ha minado la moral de los aficionados hasta llevarlos al hartazgo generalizado. Tampoco ha fructificado ninguna de las operaciones que el abogado Javier González, con su empresa al medio, le ha venido ofreciendo en las últimas semanas.

La realidad es más que cruda y lo que decida la jueza puede pesar para siempre. Pero, ¿está todo perdido? La realidad es que una vez que la jueza emita su sentencia con la probable apertura de la fase de liquidación, el club podría tener un plazo de 10 días más en fase de alegaciones.

En el informe emitido por Bernardo Silva a la jueza también le hace saber que el Extremadura UD está trabajando en varias operaciones que podrían atraer el dinero equivalente a los 3,5 millones de euros que en su día prometió y firmó Khalifa. El dinero podría abordar los pagos inmediatos contra la masa y poner a cero la deuda desde el día de la declaración del concurso hasta hoy. Si eso ocurriera, el Extremadura lograría desbloquear varias subvenciones que le servirían para seguir abordando pagos hasta final de temporada. Un plan ya remoto y a la desesperada que, eso sí, tendría que ver con buenos ojos la jueza. Lo que sí parece claro es que sería un movimiento desesperado, sin un inversor palpable que hubiera estudiado a fondo el club y en mitad de un clima social de tensión y hartazgo.

En el día más difícil de la corta historia del Extremadura UD, el club guardaba este miércoles un silencio sepulcral en todas sus facetas, incluidas sus redes sociales que han pasado de una euforia desmedida e irracional a un silencio atronador.

La afición, mitad apática y mitad encolerizada, exigía tras cumplirse ayer el plazo la inmediata salida del presidente a la palestra para dar las explicaciones pertinentes a la situación. Hay que entender que hay más de 2.000 abonados con carnet que, a día de hoy, desconocen si a partir de enero habrá fútbol o no en el Francisco de la Hera. Y muchos de ellos ya han anunciado exigir compensaciones por su abono si el equipo no sigue compitiendo.

Todo este proceso pilla con los jugadores en plenas vacaciones de Navidad y sin saber ni qué decir ni cómo actuar. El 27 de diciembre volverán a los entrenamientos, pero es probable que a partir del 1 de enero ya no vuelvan más.

El Extremadura se desangra lentamente y sin dar la cara. Tras una lamentable gestión repleta de agujeros y silencios que ha provocando, incluso, el abandono de su gran tesoro: su afición.