En un país como Arabia Saudí, en el que las mujeres intentan defender aún, en 2022, sus derechos fundamentales, hay seis que decidieron embarcarse en la aventura del Dakar —que ayer vivió su primera jornada de descanso— para liderar el primer equipo cien por cien femenino en las 44 ediciones de la historia de la prueba, compitiendo en la categoría de vehículos ligeros. La piloto Mercé Martí; la copiloto Margot Llobera; las mecánicas Jessica Nebra y Iona Hernández; la coordinadora Nuria Gaja y la jefa de equipo Anna Farré forman parte del histórico equipo FNSpeed.

“Lo que más me está sorprendiendo es que cada día tienes que ir corrigiendo y gestionando algún problema porque cada día sale alguna cosa. Cuando terminas una etapa tienes la satisfacción de haberla terminado, pero cuando no se te rompe una cosa te pasa otra”, asegura Mercé, una piloto de aviones que inició sus andaduras por los cielos a los 17 años y que, desde entonces, está acostumbrada a ser pionera. Ahora lo hace sobre cuatro ruedas, pero siendo una novata en el rally más duro del mundo, su amplia experiencia a los mandos de los aviones le ayuda. “Me está ayudando a la gestión del riesgo y la navegación. En aviación es todo muy cuadriculado, perfecto y no puede haber errores, y aquí es todo improvisación; se te rompe una cosa y haces de MacGyver”, comenta. “Es una adaptación que mentalmente tenemos que ir superando; pero ha pasado de todo y estamos aguantando como jabatas”, añade.

Y tanto que aguantan. Con seis mujeres sin experiencia en un Dakar, ocupan la posición 23 de la general en prototipos ligeros y sigue vivo su gran objetivo: terminar la carrera. “El deportivo era terminarlo porque es un equipo formado por novatas en el Dakar, aunque sí que venimos del mundo de la competición. La experiencia en el Dakar es un grado y nosotros no la tenemos”, señala Mercé. Pero su proyecto va más allá de lo deportivo. Es un mensaje de sí se puede a todas esas mujeres que ven la aventura del Dakar por televisión y que sueñan con estar ahí. “El proyecto nace para dar visibilidad. Estamos demostrado que podemos estar aquí”, asegura.

Y también las personas que no están dentro del coche en cada etapa, pero que hacen posible el sueño de las seis mujeres que conforman un histórico equipo. “Me hace especial ilusión porque, más allá de piloto y copiloto, detrás hay dos mecánicas que son unas cracks. Me haría ilusión que vinieran más chicas mecánicas, ingenieras, coordinadoras...”, puntualiza Margot Llobera. La sangre dakariana corre por sus venas, con su tío Albert Llovera inculcándole los valores y el deseo de esta aventura desde que era pequeña. “Este año fui tercera en la Copa del Mundo de Bajas, así que estoy muy contenta. Me surgió esta oportunidad y como dice mi tío, aquí estamos. Da igual con qué corra, a mí lo que me gusta es estar aquí y vivir la aventura”, asegura. “Aunque vayamos a un ritmo muy conservador, las últimas etapas han sido dignas del Dakar. Lo que más me está impactando son los adelantamientos de los camiones. Van como si fueran por asfalto. Es increíble, se te hace de noche”, añade.