La pista era su casa. En sus 87 años y hasta un par de días de su fallecimiento el sábado en Barcelona, William ‘Pato’ Álvarez (Medellín, 1935), nunca faltó a un entrenamiento y aún se le podía ver en la Academia de Emilio Sánchez en Gavà.

Tenista de la generación de Manolo Santana y Andreu Gimeno, ‘el pantera’, como le llamaban sus jugadores, se jactaba de ser “el mejor entrenador del mundo”.

Algo de razón debía tener cuando por sus manos pasaron tenistas como Emilio Sánchez Vicario, Sergio Casal, Pato Clavet, Tomás Carbonell, Javier Sánchez Vicario, Jordi Burillo, Joan Balcells, Julián Alonso, Carlos Cuadrado o Joan Albert Viloca, entre otros.

 “A todos los he hecho tenistas profesionales”, decía con orgullo, el mismo que mostraba por "descubrir" a Andy Murray y Grigor Dimitrov que, en edad júnior, trabajaron con él y sufrieron la exigencia de sus duros entrenamientos.

De todos ellos Emilio Sánchez fue su mejor obra. Lo descubrió de jovencito, con apenas 12 años, cuando su padre lo llevó a entrenar con él al CT Pedralbes. Desde entonces guió su carrera y le protegió como un segundo padre. Con él Emilio Sánchez conquistó 15 títulos individuales ATP y 50 en dobles, la mayoría junto a Sergio Casal, con quien fue número 1 mundial y ganaron la plata en los Juegos de Seúl en 1988.

El "lado malo"

"Hoy recordaré todo lo bueno, lo malo lo discutiremos en el cielo, pantera…", escribía en un tuit Tomás Carbonell tras conocer su fallecimiento.

Ese “lado malo” marcó también una carrera polémica que en su día provocó la escisión del tenis español. O estabas a su lado o en contra. No había tintas medias en su relación con los jugadores a los que se entregaba y defendía con uñas y dientes, capaz de cualquier cosa.

A su grupo les llamaban en el circuito ‘los patitos’ y durante años rivalizaron con el grupo de Lluís Bruguera, que entrenaba entonces a Joan Aguilera, Fernando Luna, Jordi Arrese y a la joven promesa, Sergi Bruguera. Él que sería después doble campeón de Roland Garros sufrió el boicot de los jugadores de ‘Pato’ Álvarez cuando Manuel Orantes lo eligió para debutar en el equipo de Copa Davis.

 “Sergi lo pasó mal. Le hizo la vida imposible, pero también, gracias a eso, lo hizo más fuerte”, recordaba ayer Lluis Bruguera que, fuera de la especial vida personal del técnico colombiano, valoraba su aportación en la transformación de tenis español. “Abrimos la puerta al reconocimiento de los entrenadores”.

Malas compañías

Con sus jugadores también tuvo discrepancias. Su estilo y forma de ser llevó a varios de sus discípulos a marcharse de su grupo. Nunca le gustó que “las chicas” se acercaran a sus jugadores. Decía que “no eran una buena compañía para los tenistas”. El peor enfrentamiento lo vivió con Javier Sánchez, que abandonó el grupo por defender a su novia que después sería su mujer. ‘Pato’ Álvarez hizo que su hermano Emilio dejara de hablarle durante mucho tiempo.

 “Adiós WP, usted marcó mi vida desde joven, me ayudó a encontrar mi mejor yo, me enseñó a tener pasión por competir, a dar lo mejor de mi sin mirar alrededor. Usted deja un legado muy importante en el mundo del tenis, me ocuparé de que siga en el tiempo y se recuerde, DEP”, se despedía de su mentor, Emilio Sánchez Vicario, en un tuit desde Florida.