No era de partida la favorita para alzarse con el Europeo, pero la selección española de balonmano disputará esta domingo en Budapest (18.00 horas. TVE-1) una final de la que puede salir convertida en leyenda. Nadie había alcanzado antes cuatro finales continentales consecutivas, y en caso de colgarse el oro, los Hispanos emularían a aquella Suecia casi hegemónica del cambio de siglo -Wislander, Olsson, Lovgren...- que se coronó campeona en 1998, 2000 y 2002. Igualar esa gesta pasa por batir precisamente a Suecia, a la que ya tumbó en la fase preliminar en Bratislava (32-28).

"Más que igualar a Suecia, lo remarcable es el poder seguir ahí arriba. Cambian jugadores y el grupo se mantiene igual. Venga quien venga, la selección sigue siendo una familia. Si cuando nos retiremos podemos decir que ese grupo de amigos fue capaz de ganar tres veces, sería la leche", explicaba Gonzalo Pérez de Vargas tras derrotar a Dinamarca en una apasionante semifinal que demostró de qué es capaz este grupo.

Lesiones y retiradas

España afrontaba este torneo sin su gran capitán, Raúl Entrerríos, sin su líder defensivo, Viran Morros, sin otro referente como Julen Aguinagalde y sin los lesionados Álex y Dani Dujshebaev. Un relevo generacional en toda regla que invitaba a no esperar grandes cosas de esta cita. Pero veteranos como Joan Cañellas y Pérez de Vargas han asumido el liderazgo emocional, otros como Aleix Gómez y Adrià Figueras han dado un paso al frente y debutantes como Agustín Casado, Iñaki Peciña e Ian Terrafeta se han integrado rápidamente a esta familia abonada al éxito.

Algo de culpa tendrá el seleccionador, Jordi Ribera, que desde su llegada al cargo en 2016 suma dos oros continentales, un bronce mundial y otro olímpico. "Jordi es como la punta de la pirámide. Es un poco el padre de todos, el que nos lleva por el camino", dice Ángel Fernández, que endosó 8 goles a Suecia en la primera ronda. 

"Hemos sabido sobrevivir"

Aquella convincente victoria contra la subcampeona del mundo hizo atisbar las posibilidades de un grupo que pasó su peor momento contra Noruega, al perder el primer 'match ball' para atar las semifinales, pero que tuvo su cénit en esa penúltima ronda contra una Dinamarca que se había dejado ganar por Francia para enfrentarse a los Hispanos. Mala elección.

"Esta final llega tras un trayecto muy largo en el que el equipo ha sabido superar situaciones complicadas y a rivales que, como en el caso de Dinamarca, nos habían ganado en los últimos torneos, pero el equipo siempre ha sabido sobrevivir", analizaba este sábado Ribera, que trataba de centrarse ya en lo que viene: "Hicimos un gran partido con Dinamarca, pero ya está, eso es ya historia. La final son 60 minutos y debemos vivir intensamente cada uno de ellos. Para ganar tendremos que jugar muy bien", señaló el seleccionador.

Jim Gottfridsson o el portero Andreas Palicka -que en la semifinal evitó la prórroga al atajar con el culo un lanzamiento picado en el último instante- son sus hombres más destacados, pero, como España, la selección escandinava basa su fortaleza en el colectivo. En los JJOO de Tokio los Hispanos lograron una épica remontada ante ellos para pasar a semifinales, pero Pérez de Vargas prevé igualdad: "Los que jugamos aquel partido no sabemos cómo fuimos capaces de darle la vuelta, porque pintaba muy mal, y el que disputamos hace dos semanas aquí se decidió porque en los momentos difíciles estuvimos mejor". Así que no se fían. España no cometerá el error de Dinamarca.

Los pilares de un éxito colectivo

La confianza de Jordi Ribera

Los éxitos de los últimos años le avalan, pero llevar de nuevo al podio a una selección que ha perdido a muchos de sus referentes demuestra que tiene claro el camino.

La intensidad de Aleix Gómez

Contra Dinamarca le tocó jugar todo el partido por la baja de Solé, y respondió no solo con 11 goles, sino con una enorme intensidad defensiva.

El pundonor de Joan Cañellas

Su lanzamiento de media distancia es providencial en los momentos de apuro, como su arrojo y su liderazgo en pleno relevo generacional.

Gonzalo Pérez de Vargas, el muro

En semifinales rozó el 70% de paradas en una segunda mitad excelsa. Cuando entra en trance y pone el modo cerrojo catapulta al equipo.