La Opinión de A Coruña

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La resurrección de Ferrari

La victoria de Leclerc rompe una sequía que duraba desde Singapur 2019

Carlos Sainz abraza a Charles Leclerc. | // E. P.

“Ferrari está de vuelta y merece la pena disfrutar y vivir el presente, empezando a soñar de nuevo a lo grande”. Los reporteros que cubren la Fórmula Uno para el canal Sky Italia reflejaban con estas palabras el espíritu de todo un país. El histórico doblete conquistado por Charles Leclerc y Carlos Sainz en el Gran Premio de Baréin se ha celebrado por todo lo alto. Quince años después del último título de Kimi Raikkonen y tras tocar fondo con el sexto puesto de constructores en 2020, los tifosi están convencidos que este año la Scuderia tiene un coche ganador. La resurrección de Ferrari es una realidad.

La Gazzetta dello Sport, el diario deportivo de referencia para los aficionados italianos, hablaba ayer de “locura roja” y recordaba: “Los del Cavallino no ganaban desde hace 909 días. ¡Por fin Ferrari, por fin vuelve el rojo! Y, como en los cuentos de hadas, fue un príncipe el que rompió un embrujo que existía desde 2019: Charles Leclerc ganó el GP de Baréin y rompió el ayuno que duraba desde Singapur 2019, cuando Sebastian Vettel se llevó la última victoria”.

La crónica de La Gazzetta también subrayaba que “Carlos Sainz se colocó en el segundo puesto para lograr un fantástico doblete. Un éxito que borra dos años de oscuridad técnica, de sufrimiento, críticas, bromas y hasta caricaturas en televisión”. Según el rotativo italiano, “en los albores de la nueva era técnica, con los monoplazas completamente revolucionados, Ferrari estaba preparado”.

El Mundial 2022 inaugura una nueva era, con drásticos cambios tecnológicos y deportivos orientados a potenciar los adelantamientos y las luchas rueda con rueda en la Fórmula Uno. En Baréin ya tuvimos las primeras dosis de espectáculo tanto en la parte delantera como en la zona media e incluso al fondo de la parrilla. Pero está claro que el equipo que ha llegado mejor preparado a este inicio de curso tan diferente es Ferrari.

“Las expectativas estaban ahí, pero teníamos que ser competitivos. Red Bull y Verstappen son los campeones del mundo, son los favoritos y siguen siéndolo después de esta carrera. En una semana van a querer ganar”, avisa Binotto. No quiere caer en un exceso de euforia ni en declaraciones grandilocuentes. Si antes de que comenzara el campeonato no ocultaba su ambición —“este año no firmamos acabar segundos en el Mundial”, dijo—, ahora el ingeniero suizo intenta transmitir un mensaje de prudencia y contención: el doblete es una inyección de moral, pero el título se jugará en la pista y también en las fábricas, con la evolución y desarrollo de los coches.

Una bomba de propulsor

El nuevo motor de Ferrari es una bomba. Un acierto en toda regla. Y no solo por el resultado cosechado por Leclerc y Sainz. Que el propulsor de Maranello es poderoso lo demuestra también el salto cualitativo que han dado sus dos equipos cliente. El danés Kevin Magnussen, recambio de última hora para el ruso Nikita Mazepin, consiguió clasificarse quinto con un Haas que en diciembre pasado acabó la temporada como farolillo rojo de la parrilla. Y Valtteri Bottas, que este año ha cambiado Mercedes por Alfa Romeo, concluyó sexto en Baréin. Su compañero Guanyu Zhou, el primer piloto chino de la Fórmula Uno, puntuó en su debut (décimo) y Mick Schumacher, que hace un año peleaba con Mazepin por eludir la última posición en carrera, terminó ayer undécimo.

Entre tantos rostros de felicidad máxima por el doblete, el de Carlos Sainz era seguramente el más austero en el equipo. “No quería que se me viese serio, hoy era un día para celebrar que Ferrari está de vuelta, aunque es verdad que yo he sufrido. Ha sido mi fin de semana más difícil como piloto de Ferrari”, dijo.

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