El Gobierno británico ha tomado la decisión de flexibilizar las restricciones que aplicó hace dos semanas a la actividad del Chelsea, como consecuencia de las sanciones impuestas a quien todavía es su propietario, el oligarca ruso Roman Abramovich, debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

La decisión más llamativa del Ejecutivo de Boris Johnson ha sido permitir que Abramovich, a través de sus empresas, siga invirtiendo dinero en la entidad, pese a la prohibición que recae sobre él para realizar operaciones económicas en suelo británico. El empresario ruso podrá invertir hasta 30 millones de libras —alrededor de 36 millones de euros— para ayudar a que el club sufrague sus gastos corrientes, pagos que habían quedado comprometidos por el veto comercial al que se había visto sometido el club inglés. El Chelsea fue víctima de las sanciones impuestas por el Gobierno británico a varios oligarcas rusos vinculados a Putin.

En resumidas cuentas, el Chelsea recibió autorización para continuar con la actividad deportiva de sus equipos (partidos, desplazamientos, entrenamientos...) y para seguir abonando salarios y pagos comprometidos con anterioridad, pero limitó al máximo su capacidad de seguir generando ingresos. Desde hace dos semanas, el club no puede vender entradas.