Las entradas se agotan, pero el Camp Nou no se llena. Solo el Barça femenino de la Champions ha superado esta temporada los 90.000 espectadores. Y el club, preocupado por el dinero que se deja de ingresar por la ausencia de miles y miles de abonados, que prefieren quedarse en casa, ha cambiado de estrategia. Quiere un estadio repleto por dos razones. La primera es puramente económica, porque se necesitan ingresos justo en el último trimestre en que el se cerrará el ejercicio 2021-22, presumiblemente con pérdidas de nuevo, a no ser que se incluyan ingresos extraordinarios, una vez oficializado el acuerdo con Spotify, se selle el pacto con CVC u otro fondo de inversión o se produzca la necesaria venta de Barça Studios.

La segunda razón es de carácter deportivo porque la directiva de Joan Laporta desea arropar al equipo de Xavi en el momento clave del curso, jugándose dentro de una semana el pase a las semifinales de la Europa League en su casa (1-1 en la ida). La primera medida ha sido tan inesperada como contundente porque el Barça pide, o más bien ruega y suplica, al socio abonado que no tenga intención de acudir a los partidos en el Camp Nou que “libere su asiento en beneficio del club”. Y se trata, según argumenta en un largo comunicado oficial, porque “el equipo de fútbol necesita el mayor apoyo del público”, uniéndose así a la petición lanzada por Xavi de que “el Camp Nou sea una olla a presión” el próximo jueves ante el Eintracht.