La Opinión de A Coruña

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Fútbol - Primera División

Ancelotti, el arquitecto del éxito

El técnico italiano ha ganado el título en las cinco grandes ligas con su inteligencia emocional, empatía y apostando por la meritocracia

Ancelotti, el arquitecto del éxito

Sonó el teléfono y Carletto escuchó una voz familiar: “Hola mister, ¿cómo andas? ¿Te animas a entrenar a Croacia? Haremos un buen Mundial”. Era Luka Modric, a quien había entrenado en el Real Madrid. Corría 2017, los plavi buscaban seleccionador y Ancelotti estaba libre. No aceptó, aunque le seducía la propuesta. Italia se quedó fuera del Mundial y no le parecía elegante ir a Rusia con la azzurra en casa. Cuestión de principios.

Modric se lo recuerda entre risas a Ancelotti, porque Croacia, con Dalic como seleccionador, llegó a la final de aquel Mundial. El Real Madrid ha conquistado su 35ª Liga y Carlo V, como llaman ahora en Italia, ha completado su repóker de ligas grandes en Europa. Cuando llegó, la plantilla había perdido líderes como Casillas, Ramos o Cristiano. Pero Carletto se sentó con Benzema, habló con Modric, e implicó a Casemiro, Kroos o Carvajal.

Y comenzó a trabajar utilizando las dos virtudes que explican su éxito: su inteligencia emocional y su empatía. Implantó la meritocracia en el vestuario. A Vinicius le convenció para que rebajase sus revoluciones al entrar en el área. Habló con él de series, de música, de viajes... Le quitó presión y le dio confianza. Se empeñó en reactivar a Bale y el galés comenzó enchufado, pero se terminó dejando ir. A Hazard le pidió que diera un puñetazo en la mesa y le dio oportunidades, pero no tuvo suerte o ganas. A Isco le prometió galones si daba un paso adelante que no dio. Y a Marcelo le desafió a batir el récord de 23 títulos de Gento. Así consiguió conjurar al vestuario y descubrió a jugadores como Rodrygo o Camavinga.

Ancelotti no tiene un estilo definido, no hace equipos de autor. Le gusta adaptarse a lo que tiene, evolucionar cosas, sumar recursos, mejorar a los jugadores... Disfruta del camino. Y lo hace rodeado de su equipo, en el que su hijo Davide ha ganado peso. Carlo delega en sus jefes de área (Pintus en lo físico, los médicos Davide, datos…). Les exige estar actualizados con las últimas tendencias, aunque él sea un entrenador “old school” que al final se guía por su instinto. Como en la final de la Champions de 2007 entre el Milan y el Liverpool. Tenía la intuición de que debía jugar Pipo Inzaghi, que llevaba una temporada gris, en lugar de un Giraldino, más acertado y el preferido de Berlusconi, que le presionaba para alinearlo. Apostó por Inzaghi, ganaron 2-1 y los dos goles fueron de Pipo. En la celebración se acercó Berlusconi para hacerse una foto y Carletto, socarrón, llamó a Inzaghi: “Pipo, ponte aquí con nosotros en la foto de campeones”.

En esta segunda etapa de Carlo Florentino está más distanciado del equipo. Baja al vestuario y cumple sus rituales, pero deja a su aire al grupo. Es José Ángel Sánchez quien despacha con Ancelotti, aunque recientemente ha comido con el presidente, con quien tiene una relación cordial. Cuando recibió la llamada del Madrid, que le echó en su anterior etapa, la aceptó con naturalidad. La misma con la que encaja los enfados de Kroos y los desaires de Ceballos.

Ancelotti y Mariann, su pareja desde 2014, están felices en Madrid. La familia echaba de menos España. Davide se va a casar con una sevillana y los padres de Mariann proceden de Sigüenza y Santander. La pareja se escapa a sitios como Toledo y disfruta de las visitas de los amigos. Carletto es un gran anfitrión que se anima a cocinar para sus invitados. Le encanta la cocina y disfruta comiendo, pero más por la liturgia que la rodea. Es muy italiano. El técnico, que hace tres años que no pisa su casa de Vancouver, en casa disfruta leyendo libros de historia, viendo series y escuchando música rock y canción italiana.

Cada mañana, lo primero que hace al levantarse es prepararse un café para después coger el coche y desplazarse a Valdebebas, donde entrena, desayuna y se reúne con su equipo cada día. Le gusta pisar el césped y animarse con la pelota.

Ha entrenado a equipos en las cinco grandes ligas, pero no esconde que le fascina la Premier. Conoce a mucha gente y es respetado por su cercanía y elegancia. El día que el Cádiz despidió a Álvaro Cervera, Carlo le telefoneó para transmitirle su apoyo. Lo mismo hizo con Marcelino cuando perdió a su padre. Pequeños gestos de un gran tipo.

Tiene una buena opinión de la prensa, incluso de la española, porque entiende que son parte del circo. Y cuando ve en la televisión alguna tertulia futbolera, advierte entre risas: “Vais con retraso porque esto ya lo hacía Berlusconi hace veinte años en Mediaset”.

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