La estadounidense Sydney McLaughlin, campeona olímpica, pulverizó su propio récord mundial de 400 metros vallas sobre su pista talismán del Hayward Field de Eugene y se convirtió en la primera atleta de la historia que baja de los 51 segundos (50.68) para proclamarse por vez primera campeona del mundo.

La holandesa Femke Bol, plusmarquista europea, obtuvo un distante segundo puesto con un tiempo de 52.27, precediendo en la meta a la anterior campeona del mundo, la estadounidense Dalilah Muhammad (53.13).

La panameña Gianna Woodruff se clasificó séptima con un crono de 54.75.

Opción real

La final femenina de vallas se había marcado como la mejor oportunidad de que los Mundiales de Eugene arrojaran al menos un récord mundial. La presencia de Sydney McLaughlin, que hace menos de un mes rebajó su plusmarca hasta los 51.41 en esta misma pista, garantizaba que la opción era muy real.

La rivalidad con su compatriota Dalilah Muhammad era otra garantía de gran marca, y la presión de una tercera en gran forma, la neerlandesa Femke Bol, añadían ingredientes al plato fuerte de la octava jornada de los campeonatos.

Y la carrera no defraudó. Con solo 22 años, McLaughlin había logrado la jerarquía de la disciplina, pero le faltaba el título mundial. En Eugene, conocida en el mundo atlético por "Track Town USA", logró su objetivo. "Cada vez que vengo aquí siento que algo asombroso va a suceder", había dicho a su llegada.

McLaughlin no cree en la carrera perfecta, pero la que hizo en esta final estuvo muy cerca de serlo. La igualdad entre las favoritas sólo duró hasta la primera curva. A partir de ahí McLaughlin se fue alejando de sus rivales hasta conseguir una victoria contundente y un nuevo récord mundial que añade 100.000 dólares a los 70.000 que le corresponden por el título.