Lo primero que vio el Príncipe Felipe cuando salió del túnel del estadio olímpico de Montjuïc con la bandera de España fue una de las grandes pantallas que retransmitían la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. El ahora jefe de Estado se llevó un susto porque su hermana Elena aparecía llorando y se preguntó qué le habría pasado. Poco después, conforme fue avanzando por la pista de atletismo, lo entendió. La infanta se había dejado llevar por la emoción de ver a su hermano con el estandarte y el sombrero blanco de medio lado. La imagen de ella, a lágrima viva, de pie en el palco, también dio la vuelta al mundo.

Cuando el equipo olímpico español saltó a la pista de atletismo, el público de Montjuïc explotó en aplausos y gritos de alegría y ese entusiasmo llevó en volandas a los más de 400 deportistas, el Príncipe el primero. El hoy Rey, que entonces tenía 24 años, tiene fresca en la memoria la sensación de ligereza a la hora de caminar por el tartán. Parecía estar flotando.

Felipe, que compitió en los Juegos con el equipo de vela, se sorprendió de poder reconocer a algunas personas del público mientras andaba con la bandera. Hasta entonces siempre había pensado que los deportistas se podían aislar cuando corrían por el campo de fútbol o el tartán porque se sentían casi solos. La proximidad de los asistentes, en un estadio abarrotado, le impresionó.

Cristina, en Seúl

Recibió la noticia de que sería el abanderado de boca de su padre, Juan Carlos I. Supuso un orgullo inmenso para él. El Comité Olímpico Español (COE) propuso el nombre en una reunión con atletas y, al no oponerse ninguno, se comunicó la elección al entonces Rey. No era la primera vez que un miembro de la monarquía hacía el papel de abanderado en unos Juegos Olímpicos. Cuatro años antes, la infanta Cristina había paseado la insignia por el estadio de Seúl (Corea del Sur). Ella también formó parte del equipo español de vela.

"[La organización de los Juegos] fue una auténtica reválida ante el mundo, con una magnífica y potente puesta en escena", afirma Felipe VI

En unas declaraciones precisamente en un vídeo oficial del COE hace dos años, el actual jefe de Estado aseguró que los Juegos de 1992 supusieron "dar a conocer a la comunidad internacional el alto grado de progreso y modernización" alcanzado por España. La organización de la competición, en su opinión, facilitó que el país diera "un salto cualitativo" en "economía", "infraestructuras", "administraciones" y "cultura deportiva". "Fue una auténtica reválida ante el mundo, con una magnífica y potente puesta en escena", aseguró en la intervención para el organismo español.

Para el Rey, el "ideal olímpico" representa "compañerismo, juego limpio, excelencia y esfuerzo", características que deben ser "seña y guía para todas las dimensiones de la vida". En el contexto de una pandemia de Covid-19 y, ahora, con una guerra a las puertas de la Unión Europea, Felipe VI cree que el "espíritu olímpico" que se vivió durante unas semanas en Barcelona debe inspirar a los españoles a "superar todos los desafíos" que encuentren en su camino.