De la mano. Riendo y llorando juntos. Roger Federer puso este viernes fin a su carrera en el mundo del tenis profesional de la forma que él quiso: al lado de su gran amigo en el circuito, Rafa Nadal. Tras 1.750 partidos profesionales, el suizo se despidió de las pistas dejando imágenes para el recuerdo junto al español. Risas y llantos que demuestran la estupenda relación de amistad entre dos de los más grandes tenistas de toda la historia, un ejemplo al que poco acostumbra el competitivo deporte de élite.

Y es que el histórico cara a cara entre Federer y Nadal (se han enfrentado hasta en 40 ocasiones entre ellos, dejando algunos de los partidos más recordados) también ha trascendido lo puramente deportivo: campañas de publicidad, eventos solidarios, acciones conjuntas por el tenis... "Después de todas las cosas increíbles que compartimos juntos dentro y fuera de la pista, estar a su lado en un momento así será algo increíble e inolvidable para mí”, aseguraba el balear antes del encuentro final.

El marcador del partido de dobles contra Jack Sock y Francis Tiafoe fue lo de menos. Pocos recordarán el resultado final de esta Laver Cup que se disputa en Londres. Lo que sí quedará en la retina de los espectadores serán las sonrisas cómplices, los choques de mano y, sobre todo, las lágrimas vertidas por Roger y Rafa en el último encuentro del suizo. Una potente imagen que las redes sociales han celebrado por romper los estereotipos de la "masculinidad tóxica" que gira en el deporte.

"Soy una persona bastante sensible. No me preocupa tampoco -llorar-. Llorar es bueno a veces. Necesitas soltar estas emociones. Se va una parte de mi vida por lo que es difícil", aseguraba un emocionado Nadal una vez concluido el partido. Tanto le importaba disputar el último encuentro junto a su amigo que ha estado en la pista pese a reconocer que atraviesa "semanas difíciles" sin dormir y acto seguido ha dejado el torneo para volver a Mallorca y estar junto a su mujer, con la que espera su primer hijo.

La sana relación de amistad entre el suizo y el balear resulta sorpresiva dentro del competitivo deporte de élite masculino, un campo que dista mucho de enseñar grandes valores a los más jóvenes. En el mundo del tenis hemos visto cómo las raquetas rotas, los insultos o los pelotazos eran comunes en tiempos de John McEnroe, de igual forma que lo siguen siendo con algunos profesionales de la actualidad, como el australiano Nick Kyrgios.

"Que dos personas tan mediáticas como ellos quieran visibilizar en público lo mucho que se aprecian con un roce, que en el constructo clásico de la masculinidad no está permitido o te convierte en menos hombre, es un buen ejemplo para derribar la mentalidad de que el hombre no puede mostrar sus sentimientos, no puede llorar... La amistad está por encima de lo que puedan pensar", señala en una entrevista con EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, diario del grupo Prensa Ibérica al que también pertenece este periódico, el jugador de waterpolo Víctor Gutiérrez, primer hombre deportista de equipo en declarar públicamente su homosexualidad en España y que publica su primer libro 'Balón amarillo, bandera arcoíris'.

Y es que las muestras de cariño entre deportistas varones de primer nivel, a los que se les exige demostrar su hombría, no suelen ser lo común. La testosterona impera en el mundo del deporte y la cercanía entre competidores es erróneamente tachada como una debilidad. Podemos recordar el polémico "vente con tu hermana a mi casa y ves si soy maricón" que Zlatan Ibrahimovic soltó a una periodista que le preguntó por una fotografía en la que aparecía junto a su entonces compañero de equipo Gerard Piqué en actitud cariñosa.

"Que una demostración de afecto y cariño entre dos hombres heterosexuales pueda derivar en que se cuestione su masculinidad o su heterosexualidad dice mucho de lo enferma que está aún la sociedad", apostilla Gutiérrez.