Deporte femenino

Natalia Orive y las pioneras del primer Mundial femenino de fútbol sala: "Nuestra oportunidad llega tras 10 ediciones masculinas"

La Asociación de Jugadoras, liderada por Natalia Orive, rompió una barrera "frustrante" el 16 de diciembre, cuando la FIFA oficializó la convocatoria de la cita para este año

Natalia Orive.

Natalia Orive.

Denís Iglesias

Natalia Orive (Birmingham, 1988) entra en la sala del Polideportivo La Fortuna donde se produce esta entrevista vestida con el chándal del CD Leganés FS, equipo de la máxima categoría. La indumentaria de partido, como al resto de sus compañeras, le queda grande, porque las equipaciones del fútbol sala femenino se siguen concibiendo bajo los patrones del masculino. Un rebufo eterno que la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala (AJFS) -fundada en 2010- que preside ha ido reducido. La entidad que lidera ha sido la punta de lanza para que la FIFA se comprometa a organizar el primer Mundial de futsal protagonizado por mujeres.

“Desde 1989 existe la edición masculina. Ahora, 33 años después conseguimos que se responda afirmativamente a nuestra demanda. Han tenido que pasar diez entregas del Mundial de hombres”, asegura a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica con una mezcla de orgullo, rabia y contención. El último sentimiento nace de la precaución con la que el conjunto de jugadoras recibió la noticia que se hizo oficial el 16 de diciembre, en el marco del Mundial de Qatar.

Ambulancias y contratos

“No sabemos nada del formato. Tampoco la fecha o los equipos participantes. Creemos que será en 2024, aprovechando la sede -aún por definir- y los medios del Mundial masculino”, apunta una jugadora que practica futsal de modo federado desde los ocho años y que continúa jugando en la principal división de este deporte, donde reconoce quedan muchos deberes por hacer. “En 2017, un 70% de las jugadoras reconocían tener contratos verbales, el año pasado hicimos una encuesta y había un 20%, lo que nos sigue pareciendo una cifra elevada”, explica. 

Orive destaca como uno de los logros recientes que “haya ambulancias en los partidos de primera para dar servicio en caso de que exista algún accidente. Estamos intentando que nuestro deporte crezca y mejore”. La demanda parece tan básica como un convenio que siente las bases de la profesionalización de un deporte en el que España es bicampeona de Europa y favorita a conquistar el primer Mundial

A pesar del camino por recorrer, uno de los equipos punteros de la máxima categoría, el Pescados Rubén Burela (Lugo), firmó en 2018 un convenio colectivo pionero tanto en el futsal como en el fútbol femenino que garantizó un salario mínimo o la protección del embarazo, no solo evitando el despido, sino que provocando la renovación automática. “Ojalá sea el modelo a seguir y que la Federación fije esos requisitos mínimos relativos a sueldos, presupuestos, fichas, retransmisiones o condiciones de los viajes”, porque las condiciones en las que se realizan los trayectos son bien diferentes entre los equipos masculinos y femeninos, incluso en los casos donde ellas militan en una categoría superior.

Insultos y abandono

Natalia es una representante institucional que no necesita preguntar al resto, porque ella ha vivido todo lo que habla. Empezó a jugar con apenas ocho años. Le encantaba juntarse en el parque con sus compañeros para rifar cualquier balón que cayera cerca de ella. “Empecé en el colegio. Después, a los 12 años, ya no podía jugar con chicos, por lo que estuve a punto de dejarlo. No sabía que otras niñas también practican este deporte hasta que las encontré y empecé una aventura que continúo hasta hoy”, relata una futbolista que, como tantas, recibió insultos. 

A todas nos han dicho el típico ‘marimacho’. Si te veían que jugabas bien o que metías gol, soltaban: ‘Pero cómo te va a regatear la niña’. Ahora lo recuerdo como una anécdota, pero quizás hay pequeñas que han dejado de jugar por situaciones así. Creo que, salvo excepciones, hemos erradicado estas actitudes”, reflexiona una deportista que también ejerce como vicepresidenta de la Asociación de Deportistas de Élite de Europa y que forma parte de la Comisión Mujer y Deporte del Comité Olímpico Español.

Este expediente, sumado a una amplia formación en diferentes disciplinas, le han dotado de herramientas para liderar la batalla en busca de la oficialización del Mundial de fútbol sala femenino. “Empezaba a ser frustrante, porque era algo muy obvio. El resto de deportes gozaban de sus competiciones internacionales. No entendíamos la razón de que no existiera el Mundial”, asegura la máxima representante de una asociación que impulsó la campaña #WomenPlayFutsalFIFA, “con la que denunciamos que no se estaban produciendo la igualdad de oportunidades”.

Para Orive y sus compañeras, la negativa a organizar el torneo resultaba aún más incomprensible en un contexto global donde la FIFA tiene al deporte femenino como uno de sus polos de desarrollo. “Hablaban de igualdad, pero a nosotros nos dejaban fuera. Sentíamos una doble discriminación, como mujeres y como jugadores de fútbol sala. Veíamos cómo en el fútbol femenino sí había un programa de inversión importante, pero a nosotros se nos privaba de un espacio propio”, reivindica una profesional que pide no copiar modelos. 

Futsal y fútbol femenino

Además, la jugadora pide altura de miras, consciente del marco que se abre con la recién aprobada nueva Ley del Deporte. "En la de 1990 todavía figuraban las pesetas... No se contemplaba que la mujer pudiera dedicarse profesionalmente. Es cierto que el deporte femenino puede utilizarse en algunos casos para lavar la imagen, pero en nuestro caso creemos firmemente que no se debe imitar el modelo masculino. Existen otras vías", reflexiona la presidenta de la AJFS, una entidad desde la que se analiza con una visión crítica y constructiva los pasos dados en los últimos tiempos.

“La FIFA creó un plan entre 2014 y 2015 con el que busca que el fútbol femenino sea el deporte más practicado por la mujer. Crean una estrategia que se atañe a los objetivos de la Agenda 2030. En cascada, esto afecta a las federaciones nacionales, pero nosotras no existimos. Nos vemos abandonadas porque no estamos incluidas”, denuncia Orive y lo hace con un dato tan significativo como que el futsal femenino no tiene un apartado propio en la web del máximo organismo.

Estas diferencias entre disciplinas han generado una brecha. “Hay mujeres que empiezan en el fútbol sala, pero al ver que su futuro tiene techo deciden irse al fútbol”, explica una profesional que se ha mantenido fiel a una modalidad que se practica en más de 50 países. Un impacto geográfico que aumentará con la oficialización del Mundial, algo que ya sucedió con la Eurocopa, de la que se han disputado dos ediciones (2019 y 2022, por la pandemia) que se adjudicó la selección española

Campaña definitiva

Cuando se hizo oficial la Eurocopa se sumaron 10 países más, lo que da buena fe del impacto que tuvo. Es el único modo de que se mejoren las ligas, se creen selecciones y se potencien las federaciones”, reivindica la jugadora del CD Leganés FS. El 'Viejo Continente' ha ido por detrás en esta carrera, puesto que la Conmebol empezó antes a organizar la Copa América y lo propio hizo la AFC con la Copa de Asia. Pero para que los pasos hacia adelante sean definitivos, desde la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala piden comités especializados y representantes en los organigramas. 

De ahí que la AJFS y la recién constituida organización internacional han trabajado por una perspectiva propia y sostenible. Desde el entorno del futsal femenino se percibe cierta hipocresía sobre las inversiones en el futfem sin una hoja de ruta definida, propiciando estructuras que dependen de clubs grandes y que no resultan estratégicas. De ahí que el trabajo que culminó con el reconocimiento del Mundial se trabajó con sus protagonistas: las jugadoras, sin estamentos de por medio.

El 2 de noviembre, el asociacionismo dio el golpe definitivo. Seis años después de su constitución, el mayor sindicato de mujeres deportistas en España -cuenta con más de 450 sociedades- encabezó un contundente spot en el que aparecían la brasileña Amandunha, la portuguesa Ana Catarina, la japonesa Mio Fujita, la iraní Fereshteh Karimi, la italiana Arianna Pomposelli, la argentina Carina Núñez y la española Anita Luján. Una alineación de lujo a la que se le había negado jugar por la máxima distinción a la que una internacional puede aspirar. 

“Primero elaboramos un informe sobre el estado del fútbol sala femenino y después decidimos reunir a todas las jugadoras. Parecía inviable juntarlas a todas, por lo que estuvimos ocho meses pensando en cómo hacerlo. Después de mucho esfuerzo, lo conseguimos”, relata Orive, quien en el vídeo rompe “la confidencialidad de las reuniones (con la FIFA), puesto que ninguna de las promesas se han llevado a cabo”

Aparece en la pieza audiovisual vestida de traje. Durante la entrevista, Orive pregunta si está siendo demasiado institucional con respuestas. No le hace falta exaltarse, es de toque preciso, como en el 40x20 (medida de una pista de futsal), donde se proclamó campeona de liga con el Alcorcón FSF. Forma parte de una generación que se extirpó la extrañeza de practicar un deporte "donde todas somos profesionales, independientemente del dinero que percibamos, porque nuestra dedicación es plena".

Profesionalización

Sin embargo, la conquista del Mundial ha sido un catalizador en el ánimo y la fuerza del colectivo. "Me cuesta escoger las palabras para definir lo que significa que se vaya a celebrar el primer Mundial de fútbol sala femenino. Me parecía algo tan injusto e irreal que eso pudiera estar pasando... Creo que ningún otro deporte ha visto algo semejante: que deportistas de diferentes nacionalidades se unan para reclamar algo indispensable", relata una profesional que cuando recibió la noticia pensaba "que estaba en otro planeta, de hecho he tenido que estar un tiempo de vacío, pero ya he recargado pilas".

"A día de hoy, nuestra lucha es que las jugadoras puedan dedicarse exclusivamente al fútbol. No son tantas como nos gustaría, pero el número crece cada año", confiesa Orive. Pone como ejemplo la comparativa entre la primera selección española que fue campeona de Europa en 2019, donde de las 12 integrantes, apenas cuatro trabajaban con un contrato profesional. "Hoy, todas lo tienen". Metas volantes que las futbolistas han tenido que ganarse a pulso. La presidenta de la AJFS reconoce que desde la RFEF que dirige Luis Rubiales se han creado programas de ayuda, altas mínimas en la seguridad social, 'streamings' para los partidos, mejoras en las dietas, primas por ganar las competiciones...

Horizonte político

Pero Natalia se afana en meter la cuña de que "esto es solo el principio" cada vez que cita un logro. "Se habla mucho de los cupos porque hay que romper una inercia histórica que ha desplazado a las mujeres de los organos de decisión. No hemos tenido este acceso y tenemos que seguir tumbando la resistencia", insiste la jugadora, movida por la continua insatisfacción, uno de los motores, junto al de los hitos alcanzados.

Orive está en constante diálogo con su 'yo' de ocho años. Le cuenta cómo han desaparecido los desprecios a las 'Natalias' que hoy empiezan, que el futsal es ya una alternativa de vida, que hay referentes a las que seguir y que, por fin, después de más de tres décadas de espera, pueden soñar con jugar un Mundial "que abra la puerta a ser un deporte olímpico". Y todo esto lo dice desde la cancha, a la que se encamina después de esta entrevista.

De la que nunca ha salido, porque entiende que el mejor modo de defender los problemas es desde dentro. Se ata los cordones y se prepara para un entrenamiento al que llega con un brillo en la cara. El del proyector donde se exhibió la campaña que ha conseguido el reconocimiento internacional. Un spot que fulmina a todo el que lo ve con una frase final que ilumina todas y cada una de las luchas que vendrán: "Porque si no nos quisieron escuchar, ahora nos tendrán que ver".