Fútbol

El barrio reniega del Chelsea: "Los jugadores se miran más el nombre de la camiseta que el escudo"

Un paseo por los alrededores de Stamford Bridge revela el malestar con un club que parece la hoguera de las vanidades

Exterior de Stamford Bridge.

Exterior de Stamford Bridge. / Fermín de la Calle

Fermín de la Calle

"El vestuario del Chelsea es el más complicado de Inglaterra. Está repleto de jóvenes con más ego que talento y la llegada de Bohley ha traído más jugadores con ese perfil. Me preguntó qué pensará de ellos alguien como Azpilicueta, que ha jugado con Terry o Lampard". Habla Simon, un socio 'blue' con 35 años de antigüedad que ve como su equipo se ha convertido "en un parque temático". 

North End Road, en el barrio de Fulham.

North End Road, en el barrio de Fulham. / Fermín de la Calle

Un paseo por el barrio de Fulham

A Stamford Bridge se llega paseando tranquilamente por las calles. Bajando por Fulham Road uno se cruza con la terraza del Broadway Bar and Grill, donde una cuadrilla de aficionados clásicos, con su físico imponente de piliers de rugby de los 80, degustan unas pintas al sol. Más adelante emerge una iglesia metodista y en la siguiente curva, emerge sin avisar Stamford Bridge entre los edificios del barrio. Algo así como ocurre con el Paternón en Roma. Repentinamente, pero de forma menos majestuosa, uno se topa con este coqueto y viejo estadio que cumple 146 años la próxima semana. 

Las farolas del barrio de Fulham están tomadas por banderolas donde se puede leer 'Proud of London' con fotos de los jugadores del equipo. Azpilicueta, el alemán Havertz y el canterno Mount son los rostros más repetidos. No hay rastro de Steerling o de Joao Félix. Las chicas del femenino también tienen mucha presencia. Y aún no ha dado tiempo a colocar a Lampard en las vallas. 

Lampard es bienvenido

Para Simon "lo único bueno que han hecho es elegir a Lampard, porque él respeta la camiseta y va a poner firmes a esos jóvenes millonarios del vestuario". El sentimiento es compartido. Theresa, tendera de una tienda de flores de los aledaños del estadio, se manifiesta en términos parecidos: "No tienen hambre. Miran más por el nombre que llevan detrás en la camiseta que por el escudo que lucen delante. Y así es difícil. Si los pillase Mourinho...". 

Un cartel de Azpilicueta en el barrio de Fulham, en Londres.

Un cartel de Azpilicueta en el barrio de Fulham, en Londres. / Fermín de la Calle

El desencanto campa por el barrio y parece que se va extendiendo al club. El pasado sábado el nuevo propietario del Chelsea, el multimillonario estadounidense Todd Bohley, bajó al vestuario después de la derrota de los suyos ante el Brighton (1-2). El equipo ha perdido cinco de los últimos seis partidos, los tres que ha dirigido Frank Lampard. Boehly ese puso serio, pero muchos de sus jugadores están ya con la cabeza puesta en el próximo verano. El equipo es undécimo con 39 puntos. La frontera con Europa la marca el Tottenham, con 53. La Champions está aún más lejos, siendo el Newcastle cuarto con 56. 

El Chelsea faltará a su cita con Europa por segunda vez en veinte años. Solo en la temporada 2015-16 faltó a ella. El problema es que el vestuario está abarrotado de jugadores que costaron un potosí y cobran fichas inasumibles en otros clubes. "En esa plantilla hay gente que cree que es mucho mejor de lo que demuestra en el campo. Y esa suficiencia está matando al Chelsea", diagnostica Simon mientras degustamos una pinta tostada en una mesa de la calle más populosa del barrio. "Y luego hay maniobras inexplicables. Traen cedido a Joao Félix y sientan a Mount, que es canterano y muy querido por la gente. Es verdad que Mason llevan un tiempo castigado por las lesiones, pero ahora ya se habla de que no renovará y se marchara al Liverpool. Es al final acaba haciendo que perdamos la poca identidad que tenemos. Algo que de lo que siempre se ha acusado al Chelsea". 

Nadie espera una remontada ante el Real Madrid. Tres jóvenes pasan por la acera de North End Road, con camisetas madridistas y la gente les saluda y bromea con ellos bajando el pulgar en el semáforo. Ni una mala cara ni una mala palabra. Este es un barrio mestizo en el que conviven gentes de todas las razas y creencias con un punto bohemio. A la espalda de la Iglesia de Saint John, el patio de la 'Peques Anglo-Spanish Nursery Schools' se lleno de pequeños que no llegan a los cuatro años. 

El tablero de anuncios del estadio de Stamford Bridge en Londres.

El tablero de anuncios del estadio de Stamford Bridge en Londres. / Fermín de la Calle

Londres, el estadio infinito

Mary lleva tres años trabajando aquí. "Yo no soy del Chelsea, pero sí ha ido a algunos partidos desde que trabajo en el barrio. Me mudé cuando empecé a trabajar en la guardería y he ido varios veces. Aquí hay gente del Arsenal y del Fulham también, pero la mayoría es del Chelsea. Y se nota en el ánimo del barrio que el equipo no va bien". Frente al estadio, en una de las casas que colindan con él, una bandera y una bufanda del Arsenal recuerdan a los aficionados 'blues' que "Londres es muy grande. Aquí convivimos hinchas de todos los equipos. Y eso hace a esta ciudad tan diferente futbolísticamente". Hoy el Real Madrid se encontrará con 40.000 banderas azules en las gradas del coqueto Stamford Bridge, donde los pasillos de su estadio ten cuentan la historia de sus éxitos y las cinco veces que Inglaterra se rindió a los pies de los 'blues'. Hoy ese equipo tiene más que ver con la hoguera de las vanidades que con el orgullo de Peter Leslie Osgood, aquel delantero titánico que llevó al Chelsea a reinar por primera vez en Europa, ganando una Recopa en 1971. Su estatua custodia el estadio y el barrio "y nos recuerda que el trabajo siempre paga", concluye Simon, que se apura la cerveza y se marcha.