Champions League

Vinicius ya es la gran estrella del Real Madrid, con permiso de Courtois

El delantero brasileño exhibió su talento con un gol descomunal: acumula 23, más que en toda la temporada anterior | El portero belga dio la estabilidad necesaria a un cuadro blanco donde Rüdiger anuló a Haaland

Vinicius celebra su gol ante el Manchester City.

Vinicius celebra su gol ante el Manchester City. / EFE

Denís Iglesias

Vinicius es un jugador que acelera el tiempo, tanto el natural como el del partido. Un futbolista superlativo que exagera lo evidente para hacerlo especial, como en el primer tanto de una semifinal tasada en el valor de las pizarras. Pero a tan altísimo nivel, el ingenio pesa más de la cuenta. Como en un latigazo contra el mundo que se convirtió en su séptimo tanto en Champions (el año pasado marcó cuatro, uno para la Decimocuarta ante el Liverpool). Van ya 23 dianas frente a las 22 que anotó en el total del curso precedente. No mira nunca al pasado, por eso sus actuaciones son un futuro constante.

Courtois, el pegamento necesario

A tan altísimo nivel, el ingenio pesa más de la cuenta. Para eso existen jugadores como el brasileño, que se crió jugando en las divisiones inferiores de Flamengo jugando contra niños de todas las edades. No tenía paciencia, que era lo que le exigían en la 'escolinha'. Lo que era un defecto, convertido en ansiedad en sus primeros tiempos en España, se ha transformado en una grandísima virtud. Esto es lo que le ha llevado a ser la estrella del Real Madrid, con permiso de Courtois.

Porque el portero belga sigue siendo el mejor en su especie, incluso en un partido donde su homólogo, Ederson, salvó los fantasmas de un cruce contra el Real Madrid donde las dudas se pegan a los guantes. Los de Courtois casi se doblan con una tentativa del belga De Bruyne, que después se saldría con la suya. Pero incluso su trallazo quedó apagado por la obra inaugural de Vinicius.

El avanzado no esperó a encontrar una vía de agua en la infraestructura del Manchester City. Camavinga, otro militante de la juventud rebelde, empujó al equipo y esto accionó el resorte de un jugador único. Capaz de tomarse un partido cualquiera de LaLiga como una final personal. Ese ímpetu incontrolable decide batallas.

Vinicius, mucho más que uno contra uno

Lo bueno de haberse rebelado contra las burlas es que le han permitido construir un camino propio. Vinicius no quiso ser Pelé o nada parecido. Vinicius busca ser protagonista de todas sus acciones. Ese individualismo mágico es el que le permite hacer del uno contra uno algo especial en un deporte que algunos resumen en una obra colectiva y física. En Europa disfruta más que en territorio doméstico, porque su expresión se zanja en el campo y las distracciones exteriores son menores. Aunque siempre picotee.

Así tiene más tiempo para las tareas del juego. Hasta mejora su esfuerzo defensivo y ve en todas dimensiones. Enreda el balón como un pulpo y lo transporta hasta un lugar donde nadie llega. En el Bernabéu cambió la rutina, atacó mucho más que en diagonal. Construyó su propia rosa de los vientos. Vinicius acogotó a un rival que recogió la exuberancia de la Premier. Fue mejor el juego que el resultado, porque el City se resignó a correr detrás del esférico.

Rüdiger, estrella invitada contra Haaland

Hasta que Kevin De Bruyne apareció para hacer de Haaland, anulado por Rüdiger, estrella invitada. Otro futbolista pasional que suplió con creces a Militao. Concentrado y abrazado al delantero noruego para abrocharle un gran cero a su favor. La mejor muestra de la falta de efectividad y brillantez del Manchester City, un cuadro inferior en el conjunto de este primer asalto. Papeles cambiados para hacer todavía más difícil la comprensión de una competición donde nada tiene sentido.

Vinicius atrapó la luz que le enfocaba y que distrajo a Haaland, al que hay que buscar en la alineación para saber de su existencia. Ante la sequía de Benzema, la eficiencia del brasileño, que será imprescindible en el partido de vuelta. A favor del brasileño volverá a estar su capacidad para jugar en cada escenario como si fuera la calle del barrio donde nació. La que tenía que limpiar antes para poder deslizar los pies desnudos. Ahora, más abrigados, pero igual de rápidos.