Fútbol | Primera División

Pedri hace soñar al Barcelona

El equipo de Flick se coloca a 4 puntos del Real Madrid tras sobrevivir a un desagradable partido contra el Alavés gracias a la luz del canario y a un gol de Lewandowski

Pedri protege el balón ante Ander Guevara en el partido disputado ayer en Montjuic. |  Efe

Pedri protege el balón ante Ander Guevara en el partido disputado ayer en Montjuic. | Efe

FRANCISCO CABEZAS

«La vida real es muy dura y siempre acaba mal». La reflexión se la hizo Jaume Sisa al periodista Jordi Bianciotto porque ya no quiere ser artista, sino un personaje de sus canciones. Así se sufre menos. En el fútbol ocurre lo mismo. Los jugadores del Barça lo pasaron fatal cuando el Alavés intentó mostrar cuán duro puede ser este deporte. Hasta que Pedri asomó y nos enseñó que lo de ser futbolista está muy bien, pero que sólo unos pocos pueden formar parte de un mundo onírico en el que no importa tanto correr, saltar, luchar y chocar. Lo que te hace diferente es saber soñar.

Una hora antes de que comenzara el partido, los hinchas paseaban por la falda de Montjuïc con el gesto propio del dominguero. Echaban un vistazo al mercadillo y ya les iba bien llevar el chaquetón en la mano. Lucía un sol maravilloso y no había motivos para el desagrado. Más aun al ver cómo Hansi Flick, que en algún momento ya había salido escaldado por haberse pasado de frenada en las rotaciones, no vacilaba y sacaba de inicio ante el Alavés al que considera como su mejor once posible. El derrumbe del Real Madrid en Cornellà exigía el traje de luces. Ya no solo por ponerse a cuatro puntos de distancia del líder cuando quedan 16 jornadas por delante, sino por aquello de trasladar el miedo al de arriba. Pero costó lo suyo que el miedo hiciera la mudanza.

La tarde se giró rápido. Un viento gélido comenzó a soplar sin aviso. Una sensación desagradable que no fue más que la metáfora de un partido en el que no hubo espacio alguno para la sonrisa y sólo interpretable a partir de la extrema angustia.

Y eso que justo al amanecer Lamine Yamal se había puesto a bailar con el balón en los pies sin que cuatro, cinco, seis defensores del Alavés supieran si el adolescente aceleraba, frenaba, giraba, amagaba o, simplemente, mostraba una vida de fantasía imposible para el resto de los mortales. Raphinha no concretó tan esplendorosa jugada, y el Barça ya no volvió a acercarse a la portería del Alavés hasta el mismo crepúsculo del primer tiempo.

El partido se había detenido hacía ya mucho, cuando Gavi, un par de minutos después de haber visto una amarilla por una entrada a destiempo, fue a por todo en un balón dividido que acabó de la peor manera. Chocaron las cabezas de Gavi y Conechny, y fue tal el golpe que ambos acabaron conmocionados y en el hospital. Eso sí, tuvo que ser Flick quien convenciera al centrocampista azulgrana de que, por muchas ganas que tuviera de continuar, debía ceder su puesto a Fermín. Lo que no consiguió el médico con sus consejos, lo logró Flick acariciando a Gavi en la banda. A Conechny no tuvo que convencerlo nadie porque tuvo que irse con el cuello inmovilizado y en camilla.

Desconcierto

El desconcierto tomó un protagonismo que los jugadores del Barça no sabían cómo burlar. Los marcajes al hombre propuestos por el Chacho Coudet, especialmente a los tres centrocampistas del Barça, llevaron a los azulgrana a perder todo ritmo de juego. Antonio Blanco parecía haberse atado una cuerda que le uniera a los tobillos de Pedri.

Manu Sánchez luchaba por sacar de quicio a Lamine, que tras pasarse la tarde recibiendo estopa acabó el duelo amonestado. Lewandowski fue recibido en el partido viéndose aplastado por Guevara y Mouriño. Y Raphinha, tan desesperado que hasta recriminó a Casadó que no le pasara donde debía, no encontraba huecos por donde echar a correr.

La hinchada del Barça, cada vez más helada, y que ni veía juego ni ocasiones, encontró motivos para cabrearse con el confuso arbitraje de Munuera Montero. Tampoco le ayudaron sus asistentes, que tardaban la vida en alzar la bandera.

Pero si algo ha ganado Flick son alternativas. Éstas funcionaron. Rescató a De Jong y Eric García a cambio de Casadó y Araujo, y el Barça ganó en pie, claridad y, sobre todo, en velocidad de ideas. Sin precipitarse. Sin querer disparar antes de jugar, que era lo que estaba penando.

Y no hay nadie en este Barcelona que entienda mejor el juego que Pedri, capital en el gol redentor. El canario, que se fue a un costado a buscar la luz, encontró al otro lado del océano a Lamine Yamal. Éste, que ya venía de probar los reflejos del portero Owono, remató de volea. La pelota tocó en Tenaglia lo justo para que Lewandowski cumpliera con su deber a boca de gol y demostrara que su equipo se dejará el alma por la Liga. Cuanto más se acerque a Pedri, el Barça estará más cerca del título.

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