El Madrid compite para ganar al Barça

«Si hemos ganado 18 de 18 partidos contra ellas es señal de que algo hemos hecho bien», afirmaba Aitana Bonmatí, Balón de Oro del FC Barcelona, hace apenas unos días. El reflejo de la dictadura que habían ejercido las culés en uno de los enfrentamientos más desiguales de la primera línea del fútbol femenino. Pero el Madrid ya tiene el día en el que mirarse para el resto de asaltos: un 23 de marzo de 2025, cuando asaltó Montjuïc con goles de Alba Redondo y un doblete Caroline Weir para anular el tanto de Graham Hansen.

Un triunfo histórico que no dejará sin Liga F a las de Pere Romeu, salvo derrumbe. Pero demuestra que pueden competir y que son capaces de todo. Laporta vio el accidente desde el palco, no así Florentino, ausente, como en otras citas de un equipo al que le pide un título para jugar en el Bernabéu. Desde ayer está más cerca, como debería estarlo el VAR, que evitaría polémicas como la originada en el tanto anulado a Jana en el minuto 80, cuando el partido marchaba 1-1.

La historia de los clásicos femeninos es de todo menos un tipo de duelos que merezca la categoría de frecuente. La rivalidad ha venido marcada siempre por la matriz de clubes que han apostado de modo desigual por una modalidad que ya no es una obligación, sino un modo de crear marca y cantera, como ha demostrado el Barça .

Sin embargo, el empuje de una institución como el Madrid, dominadora del fútbol masculino, ha dado alas a la sección femenina, aunque no sin críticas y palos en la rueda. Por el propio hecho de ser el Real Madrid, a una sección con apenas un lustro de existencia se le exigió competir de tú a tú con el proyecto consolidado del Barça. Todavía hoy las condiciones son desiguales. El presupuesto azulgrana es de 17,1 millones, siendo la única sección rentable, frente a los descalabros del baloncesto o del fútbol sala en la Copa que se ha celebrado en Murcia.

El Real Madrid cuenta con una partida de 9 millones diseminados en crear una estructura que parta desde la base y de la que se ha visto beneficiada la estructura formativa de la Selección. Sin embargo, faltaba el punto de inflexión. Un punto en Liga o un empate que haga pensar que las blancas son algo más que un sparring. Al final fue un merecido triunfo al 19º duelo. Crecimiento, a veces, contra viento y marea: mientras que en Lluis Companys se dieron cita para este último clásico más de 35.000 personas, apenas 3.000 aguantaron el diluvio de un Di Stéfano embarrado en los cuartos de Champions frente al Arsenal.

El encuentro frente al cuadro londinense terminó con un 2-0 favorable a las de Toril que les pone en ventaja para llegar, por primera vez, a unas semifinales. El encuentro de la jornada 23 refuerza la moral de Toril, siempre cuestionado por la incapacidad no solo de conseguir resultados, sino de competir. Una sensación inversa a la de un partido que rompió el 27-0 de los últimos siete clásicos que había dejado hundido a un Real Madrid que, pese a los refuerzos de Melanie Leupolz o Angeldahl. El Barça mereció el empate y lo logró en medio del granizo. El tanto fue anulado sin la certificación del VAR, que inexplicablemente no se aplica en la máxima categoría del fútbol femenino español.