El Real Madrid busca el más imposible todavía

Ancelotti reclama «cabeza, corazón y cojones» para voltear un 3-0 y eliminar al Arsenal de la Champions

sergio r. viñas

Madrid

«¿Y si sí?». Dos conjunciones y un adverbio, pura economía sintáctica, dan forma verbal estos días a la aparente utopía del madridismo. Cinco letras y dos signos de interrogación, para qué más. Porque el sujeto, el Real Madrid, y el verbo, remontar, se dan por implícitos en la oración. Tantas veces en el pasado se conjugaron con éxito que la naturalidad de la elipsis de cara al partido que esta noche (21.00 horas) acoge el Santiago Bernabéu frente al Arsenal queda plenamente justificada.

«¿Y si sí?» ¿Y si el Real Madrid fuera capaz de hacerlo de nuevo, por mucho que no haya apenas argumentos racionales para pensar que sea siquiera posible? Ese sería el error del Arsenal, creer que esto va de razón, incluso de fútbol, cuando el reto blanco se escribe con el lenguaje del misticismo y la brujería.

No, nada lleva a pensar que este Real Madrid que hace ocho días encajó un apabullante 3-0 en Londres, que este mismo domingo sufrió para derrotar al Alavés y que el sábado anterior se vio sorprendido en casa contra el Valencia pueda salir con vida de estos 90 minutos en el Bernabéu, por molto longos que sean. Pero nadie en su sano juicio les daría por muertos.

De ahí el «¿y si sí?» que recorre las venas del madridismo y al que se agarra, con un clavo ardiendo, un Ancelotti que sabe que la de hoy puede ser su última gran velada en el banquillo del Bernabéu. «Creo que no», decía ayer el técnico cuando le preguntaron si entiende que su futuro depende de lo que ocurra esta noche en el templo blanco. Difícil creerle.

Ancelotti, claro, es consciente de lo hercúleo de la misión a la que él y sus jugadores se han visto encadenados por deméritos propios, aunque su tono de voz era el de quien ya no tiene nada que perder. «Necesitamos un partido a nuestro máximo nivel para cambiar una eliminatoria que ahora mismo está muy difícil. Hay que jugar con cabeza, con corazón y con cojones, como dice Alcaraz, que me ha gustado mucho», sintetizaba ayer el técnico, citando al tenista murciano, que en esos momentos, curiosamente, debutaba en el Open de Barcelona.

«Jugar para ganar el partido es la manera en que nos sentimos más cómodos, lo que nos dará la probabilidad más alta de estar en semifinales», replicaba unas tres horas después Mikel Arteta, el entrenador de un Arsenal que no se confía, por mucho que no haya encajado tres goles en ningún partido de la presente temporada. La historia, solo dos semifinales de la Copa de Europa ha jugado el Arsenal en toda su historia, invita a una prudencia equivalente al previsible envalentonamiento con el que les recibirá el Bernabéu.

Ancelotti medita cómo sacudir su alineación en busca de estímulos nuevos. Brahim podría tener cabida en el once titular. ¿Por Rodrygo? Veremos. Más difícil, por una cuestión física, lo tiene Ceballos, que regresó en el descuento del choque contra el Alavés tras mes y medio de baja. La presión en las filas blancas, en todo caso, ha de recaer sobre un Vinicius que hace meses que no es el que era y sobre un Mbappé que lleva cuatro partidos sin marcar gol.

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