El tumulto arbitral incendia la final

El Real Madrid amagó con no jugar hoy ante el Barcelona si la Federación no sustituía a los árbitros del partido, especialmente a González Fuertes (VAR), por sus críticas a los vídeos que se emiten en la televisión oficial del club

Los jugadores del  Barça, ayer en La  Cartuja.  |  Julio Munoz

Los jugadores del Barça, ayer en La Cartuja. | Julio Munoz

francisco cabezas

Sevilla

Gloria y éxito. Pero también dolor y rabia. Las lágrimas vertidas por Ricardo de Burgos Bengoetxea, el árbitro designado para pitar la final de Copa de este sábado en La Cartuja sevillana, marcan un momento inaudito en el fútbol español. El árbitro acosado suplica algo tan difícil en estos tiempos: cordura. El Real Madrid se indignó, se ausentó de todos los actos previos al partido y, ante la incredulidad de la Federación Española de Fútbol (RFEF), amagó con no jugar el partido si no había un cambio de árbitros, especialmente el de Pablo González Fuertes (VAR). Finalmente, el club blanco negó la mayor y confirmó que jugará la final, asegurando que «nunca» se planteó no hacerlo.

En la Federación no podían creer lo que estaba pasando. Los empleados sudaban la gota gorda, hacían llamadas y trataban de certificar que, en efecto, el Real Madrid había protagonizado un plantón histórico en la víspera. No solo eso. Que el club presidido por Florentino Pérez valoraba incluso llegar hasta el final y no disputar el partido. Algo que después la entidad blanca calificó de «rumores».

Tras la rueda de prensa matutina del árbitro de la final, Ricardo de Burgos Bengoetxea, en que el colegiado bilbaíno rompió a llorar al sentirse acosado en plena campaña de vídeos por parte de Real Madrid TV, y las denuncias de Pablo González Fuertes, responsable del VAR, amenazando incluso con una huelga, la entidad blanca tiró por el camino más recto. El del plante.

Ni acudió esta vez el Madrid al entrenamiento que debía completar en el estadio de La Cartuja, ni tampoco a la sala de prensa, donde los medios de comunicación esperaban a que hablaran el técnico Carlo Ancelotti y el capitán del Real Madrid, Luka Modric. Tampoco hubo modo de ofrecer una imagen de concordia con la fotografía en que debían posar Ancelotti y Modric junto a Hansi Flick y Tter Stegen con el trofeo de Copa.

Muchos nervios

Una vez quedó claro que Florentino Pérez no iba a cambiar sus planes iniciales y no se iba siquiera a acercar a la cena oficial junto al presidente de la Federación Española de Fútbol, Rafael Louzán, y el presidente del Barcelona, Joan Laporta, todo fue cuesta abajo y sin frenos.

En la Federación Española el nerviosismo era más que evidente ante una situación inaudita y que nadie sabía cómo controlar. Mientras los micrófonos de la sala de prensa quedaban tan huérfanos como el césped, en el Real Madrid discutían los próximos pasos a seguir. En la entidad blanca intentaron un cambio de árbitros, opción que la Federación se negaba a plantearse, apostando por acercar posturas y mucha diplomacia.

Fuentes del Real Madrid insistían que el equipo blanco estudiaba no presentarse a la final si la Federación no sustituía, especialmente, a González Fuertes, cuyas palabras contra Real Madrid TV indignaron al club.

«El Real Madrid considera inadmisibles las manifestaciones públicas realizadas por los árbitros», exponía el comunicado publicado por la entidad blanca, en que defendió la labor de su televisión: «Estas manifestaciones, que han puesto el foco de manera sorprendente contra los vídeos de un medio de comunicación amparado en la libertad de expresión, como es Real Madrid TV, realizadas de manera premeditada 24 horas antes contra uno de los participantes de la final, demuestran, una vez más, una clara y manifiesta animadversión y hostilidad de estos árbitros contra el Real Madrid».

E insistió el club presidido por Florentino Pérez: «Declaraciones aún más sorprendentes todavía, bajo un tono amenazante, aludiendo a la unidad de los árbitros, para anunciar supuestas medidas o actuaciones que distan mucho de los principios de equidad, objetividad e imparcialidad que deberían imperar a escasas horas de un acontecimiento futbolístico que centra la atención de cientos de millones de personas en todo el mundo». Concluía la nota del Madrid invitando a los responsables federativos a que «procedieran en consecuencia, adoptando las medidas correspondientes en defensa del prestigio de las instituciones que representan».

La Federación y el Gobierno, a través del CSD, tuvieron que mediar. Con 65.000 personas en las gradas de La Cartuja y la presencia del rey Felipe VI, toda prudencia era poca. Hasta que el Madrid, pasadas ya las diez de la noche, anunció que jugaría por «respeto a los aficionados y los valores del fútbol.

Flick: «Tenemos que cuidar a los árbitros»

«No sé qué decir», se arrancó el entrenador del Barcelona, Hansi Flick, en La Cartuja, aunque tenía su mensaje más que claro. «No respetar a los árbitros es no tener fair play», afirmó rotundo. Y se explicó: «Para mí esto es un deporte. Solo un juego. Fútbol. Nuestra responsabilidad es proteger a los jugadores y a todo el mundo en este ambiente. No está bien si no es así. Sobre el terreno de juego hay decisiones [arbitrales], pero después hay que dejarlo todo atrás. Los aficionados quieren ver a los futbolistas cómo juegan. Y necesitamos a los árbitros. Tenemos que cuidarlos», zanjó. El técnico alemán resaltó que ante el Real Madrid no existe la condición de «favoritos» y que el Barça tiene «un equipo muy joven y esta final es una gran experiencia» ante «uno de los mejores equipos del mundo», por lo que en su equipo quiere «que llegue mañana, empezar y luchar por el título». Flick se refirió a la lesión de Lewandowski y el hecho de que Ferran ocupe la posición de ‘9’, y relató que el valenciano «ha demostrado que puede jugar bien» en esa posición, que recordó que lo hizo en la Copa ante el Betis y Valencia. «Es una posición buena para él. Lewandowski no puede jugar pero Ferran sabe jugar ahí y eso no afecta a Lamine ni a Raphinha, que deben adaptarse a otro compañero».

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