fútbol | Entrevista
«No siempre todo es bonito, ni para mí ni para nadie»
La leyenda azulgrana y de la selección española desgrana el contenido de ‘La mente también juega’, un libro en el que expone cómo ha afrontado mentalmente las diferentes situaciones complejas que han jalonado su carrera futbolística, a la que acaba de poner fin

El exfutbolista Andrés Iniesta presenta su libro ‘La mente también juega’. | EFE/ Quique García
albert guasch
Transmite a sus 40 años la seguridad de una persona sólida. Habla de su segundo libro, La mente también juega, en la que apenas hay referencias a goles, entrenadores o compañeros del balón. Acaba de rodar un anuncio en unos estudios de Barcelona y se sienta en una conversación en la que tampoco surgen los asuntos habituales de las entrevistas a futbolistas. El tortuoso viaje con 12 años de Fuentealbilla a la Masia con 12 años, la depresión en el curso mágico de la conquista de una Champions y el Mundial y cómo escapar de la oscuridad forman parte del menú.
Si a su hija de catorce años o a su hijo de casi diez les llamasen de la academia del Liverpool o el Manchester City, ¿usted qué les diría?
Bueno, me gustaría analizar la situación en todo su contexto para tomar una decisión adecuada. Yo creo que es diferente a lo que yo me encontré en su momento, pero no sería fácil. Tampoco me lo quiero plantear. Si llegase, pues habría que verlo, pero no sería fácil.
En el libro proyecta una imagen de persona muy familiar. ¿Tiene a ver con su inusual adolescencia?
No. Yo creo que ese perfil familiar siempre lo he tenido. No sé si es porque somos de un pueblo, pero siempre ha sido un sentimiento muy real. No es que por haberme separado de mis padres que el tema familiar me haya venido muy fuerte, sino que yo creo que eso es algo que siempre he tenido.
¿Diría que hace falta coraje para desnudarse de la forma en que lo hace en el libro?
Antes pensaba que sí. Ahora, no sé si por mi forma de ser o por mi forma de tomarme las cosas, lo veo más normal. Tanto lo bueno como lo no tan bueno forman parte de la vida, o de mi vida, y no es que sienta en la necesidad de hacerlo, pero sí que uno entiende que es una persona pública y hay mucha gente que te sigue, te ve y cree que siempre todo es bonito, pero no es así, ni para mí ni para nadie.
Su año mágico en lo futbolístico fue el más complicado en lo personal. ¿Le sabe mal, mirando atrás, no haberlo podido disfrutar de una forma un poco más plena?
Las circunstancias fueron las que fueron y hablar de cosas que no han ocurrido es una pérdida de tiempo. Creo que dentro de lo malo disfruté de las partes que me tocaron en ese camino. Como el final fue maravilloso, tengo un recuerdo y un sentimiento muy potentes, y todo es una consecuencia de no rendirte, de tener una determinación clara de hacia dónde quieres llegar.
En el libro se consigue que uno pueda dudar de lo que comúnmente entendemos sobre qué es la fortaleza y qué es la debilidad.
Yo aguanto lo que me echen por conseguir lo que quiero, pero diría que, más que fuerte mentalmente, soy o he sido una persona con determinación y con convicción en lo que he hecho.
Subraya la importancia de no rendirse.
Creo que todas las personas, sin ser conscientes, tenemos un algo, una capacidad interior ante situaciones complicadas de no rendirse, de confiar en uno mismo.
Y el deporte profesional es una gran escuela de resistencia.
Sí, sin duda. Desde que eres pequeño, vas aprendiendo, vas fallando, vas acertando... Es una escuela muy potente. Y luego puedes intentar rodearte de personas que te vayan guiando.
En el proceso, ¿se ha hecho más espiritual?
No sé si llamarlo espiritual, pero creo que tengo una conciencia distinta a hace años e intento ponerlo en práctica en mi día a día.
¿Y más religioso?
Siempre he sido una persona creyente. La fe la tengo presente.
Ya retirado, lleva tiempo preparándose para la nueva vida.
Ahora estoy dando continuidad a los diferentes proyectos paralelos al fútbol. Y luego tengo el objetivo de formarme como entrenador, algo que ya he empezado y que tengo claro que quiero hacer. A la vez disfruto llevando a cabo otras cosas, sobre todo a nivel familiar, que antes, por las exigencias de mi profesión, no me daba para hacerlo. Estoy muy feliz de este siguiente paso.
Su reputación es inmaculada y, en cambio, no hay oficio que erosione tanto como el del entrenador. ¿Está preparado usted para eso?
A día de hoy, seguro que no. En unos años, vamos a ver. Yo nunca he sido de dudar sobre mis objetivos. Cuando quiero algo no me planteo que puede ir mal, sino que acepto el reto y lo afronto. Como cuando fui futbolista: me equivocaré, acertaré y haré así mi camino.
Guardiola dijo hace años que había que fijarse en usted aunque no llevara piercing ni tatuajes. ¿Sigue sin llevar nada grabado?
Pues no. No puedo traicionar la frase (risas).
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