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fútbol | Liga de Campeones

Final ganada, final por jugar

El Barça enlaza el título de Copa con la semifinal que puede conducirle al título en Múnich | Los de Flick se enfrentan a un Inter que es su antítesis

Flick, en el entrenamiento de ayer. |  Alejandro García

Flick, en el entrenamiento de ayer. | Alejandro García

joan domenech

Barcelona

El equipo más goleador de Europa (ters tantos por partido) frente al menos goleado (0,4 por partido). Un Barça joven (25 años de media tendrá su once titular) contra un Inter veterano (30,3). Un semifinalista enrachado que vuela (una derrota en 28 partidos y la Copa conquistada) ante un semifinalista atrancado con cuatro partidos sin ganar, sin liderato en Italia y eliminado en la Copa por el Milan. Más contrastes no puede contener el duelo que entre hoy y el martes que viene, entre Montjuïc y San Siro, enviará el primer pasajero hacia Múnich.

Michael Laudrup, Rio Ferdinand, Christian Vieri, Fredrik Ljumberg, Vitor Baia, Darren Fletcher, Massimo Ambrosini, Gilles de Bilde, Ally McCoist… Darían años de vida y dinero por estar otra vez en el césped, participando de nuevo en un fabuloso encuentro como futbolistas que fueron antes que tener que comentarlo desde las gradas con la misma tarjeta que los 645 periodistas acreditados.

El privilegio pertenece ahora a las nuevas generaciones. A un Lamine Yamal de 17 años, a punto de cumplir ¡cien partidos! con el Barça, y que dice haber perdido el miedo en un parque de Rocafonda. A un Lautaro Martínez que a los 27 es un histórico del Inter. A un Fermín López que «siempre es una opción» para Flick de ser titular en el Barça. A un Henrik Mkhitaryan que a los 36 años asume que es su última oportunidad de ganar la Champions. A un Pedri que se medirá a Nicolò Barella por apropiarse del balón.

Comparece el Barça ante el grueso de la hinchada sin que le puedan tributar el homenaje que se merece por el título de Sevilla porque lo impide el ceremonial de la UEFA. Más pitos por ello, quizá. Limpio de mente, tal vez no fresco de piernas, se prepara el equipo de Flick para disputar la semifinal seis años después de la última, que encarriló de maravilla con un demoledor 3-0 y que se dejó arrebatar con el aún doloroso 4-0 de Liverpool con medio equipo mirando las musarañas en el córner letal de la eliminación.

«Para todos es un sueño llegar ahí», comentó Flick, aludiendo a ese doble destino: la final y Múnich. El entrenador trató de eliminar ensoñaciones y los rescoldos de euforia que permanecieran al regreso de Sevilla. Al equipo le aguardan nuevos desafíos. Flick repitió el protocolo de otros momentos cruciales, como la víspera de la semifinal copera con el Atlético y la de los cuartos de final con el Borussia Dortmund. Hubo una larga sesión de análisis de vídeo y charla que retrasó el inicio del entrenamiento en el campo; la sesión interna también es parte del entrenamiento para el técnico alemán, que luego se irritó al ver un grupillo que salió tarde al campo.

«Cuando ganas una final al Madrid es muy especial, pero estamos centrados. La final de la Champions es la más importante del calendario», opinó Flick, garantizando que los jugadores están enfocados en el duelo ante el Inter.

El PSG de Luis Enrique se acerca a la final tras ganar al Arsenal (0-1)

Luis Enrique está más cerca de su ansiada final. Su Paris Saint Germain, que demostró estar un paso por delante del Arsenal, se llevó el triunfo en el Emirates Stadium con un tanto de Dembelé y puede certificar en el Parque de los Príncipes su segunda final de la Champions League de su historia. Los franceses, apoyados en el golazo de Dembelé a los tres minutos y en las paradas de Donnarumma, sacaron una gran ventaja de cara a la vuelta, que jugarán en casa, y obligan al Arsenal a remontar por primera vez en esta Champions. Si Mikel Arteta quería un ambiente que nunca se hubiese visto en el Emirates lo consiguió. Sonó el North London Forever como nunca antes, hubo un vídeo motivacional del técnico en los videomarcadores y dos tifos. La mejor noche en la historia de este estadio, pero el misticismo duró tres minutos.

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