Courtois limita el estropicio
Justa y corta victoria del Liverpool sobre un mediocre Madrid

Una de las intervenciones de Courtois. | AFP7/Europa Press
Sergio R. Viñas
Esta sería una crónica muy diferente si el portero del Real Madrid no fuera Thibaut Courtois. Sería el relato de una goleada que revitalizaría todos los fantasmas del pasado reciente del Madrid de Xabi Alonso y su déficit, a excepción del clásico, en todos los partidos importantes. Como el portero del Madrid es Courtois, con cinco paradones escandalosos, esta es la crónica de una derrota por la mínima.
Y, claro, no es a priori un gran drama perder por un solo gol en Anfield. Pero la carcasa del resultado esconde un zarandeo incontestableo. Disimula el 1-0 la evidencia de un Madrid al que siempre le faltaron dos velocidades, que no tuvo recursos tácticos para evitar la sumisión, que volvió a ver a su gran estrella, un Mbappé en trance esta temporada, perdida en una gran cita.
Xabi Alonso no necesitaba que nadie le explicara lo que implica Anfield, como tampoco requiere magisterio sobre el banquillo del Real Madrid. Si de Mourinho aprendió la eficacia a corto plazo del autoritarismo, con Ancelotti comprobó que la mano izquierda conduce a un éxito mayor. Por eso tragó saliva con Vinícius, por eso recurrió en el clásico al invento de Camavinga como extremo derecho para buscar el equilibrio entre el ego de sus prohombres y las necesidades del colectivo.
Ante el Liverpool, otro rival de primer orden, otro clásico, como dijo el propio técnico, repitió receta. En la primera parte, sin embargo, ni se percibió la presencia del francés, pues todo el relato del encuentro se dictó por el sector contrario del campo. Allí, Carreras se reivindicaba como el mejor fichaje veraniego del Madrid, secando a un tótem como Salah. Allí, Vinícius estiraba a un Real Madrid sin voz en la medular, enjaulado Arda Güler por los atléticos centrocampistas de Arne Slot. Los mismos que, con su feroz presión, llenaban de dudas con el balón a un Huijsen tierno.
Fue un error del central el que cambió el compás. Courtois apareció para que Szobozslai no capitalizará el falló de Huijsen. Y el Liverpool se envalentonó, forzando al belga a firmar otros dos paradones que consiguieron que el 0-0 siguiera siendo la ley al descanso.
Ese cuarto de hora al final dejó al Madrid con el gesto torcido. Y pudo ser aún peor, pues el balón impactó en la mano de Tchouaméni en una acción que Kovács, en primera instancia, señaló fuera del área. La acción había sido dentro, pero en la revisión en el VAR decidió que no era punible.
Alonso trató de cambiar el tono enrocando a Camavinga y a Güler. Antes de que pudiera testar la efectividad de su movimiento, que resultó nula, acaso contraproducente, Courtois volvió a erigirse como héroe de la noche, frustrando el gol red en dos córneres consecutivos. No le ayudó que Alonso designara a Vinícius como marcador de Van Dijk.
Con lo que ya no pudo, cómo culparle, fue con un cabezazo de Mac Allister en el área pequeña, tras una falta lateral botada por el omnipresente Szoboszlai. Era el justo premio a la superioridad del Liverpool, siempre con un par de marchas más en el partido.
La necesidad por empatar apenas se manifestó en un disparo desviado de Mbappé y en la otra punta volvió a aparecer Courtois para mantener con vida el partido. Imperó al final el 1-0, un resultado engañoso que no tapa las costuras de este Real Madrid.
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