Franco entrega el trofeo a Sabater, capitán de la selección.

Ignacio González llevaba muchos años viendo el trofeo en un lugar privilegiado de la vitrina de la Federación Española de Patinaje en Barcelona. Él sabía de primera mano el significado de esa Torre de Hércules sobre una base de cuatro sticks. Era el que había Franco había entregado al capitán de la selección española de hockey sobre patines en el partido que sirvió como inauguración de un Palacio de los Deportes de Riazor que cumple ahora cincuenta años. Y desde ayer, es una de las piezas que lucirán en la exposición sobre las cinco décadas de vida del pabellón coruñés que se puede visitar tanto en el exterior como en el interior del recinto. El propio González, en nombre de la Federación Española, de la que es vicepresidente, hizo entrega del trofeo a Mónica Martínez, concejal de Deportes de A Coruña, para ayudar a recordar la historia.

“Lo tenía muy controlado porque para mí tiene un valor afectivo especial”, explica Ignacio González, “porque representa lo que representa, con el emblema de la ciudad, es de Malde y además tiene el sello del Concello, y dice mucho de lo que el hockey sobre patines significa para el Palacio de los Deportes de Riazor”. Aprovechando que el trofeo ya se encontraba en A Coruña bajo su custodia, la Federación Española aceptó ceder la pieza a la exposición. Pero también tiene otras historias detrás, muy relacionada con el pabellón y con su propia familia.

Porque su padre, Antonio González, era en 1963 el presidente de la Federación Gallega Norte —lo fue también del Deportivo, de la Federación Española de Patinaje, de la CERS y fundó la AFAC— y nadie sabe cómo, pero convenció a los responsables internacionales del hockey sobre patines de que el Campeonato del Mundo se disputase en A Coruña. Al dirigente le acompañó siempre una leyenda de gran negociador. El año anterior había logrado que el Benfica portugués participase por la mitad de su caché en el Trofeo Teresa Herrera para su salvación. Y solo un año después traía para la ciudad un Mundial que era solo la cuarta vez que se iba a celebrar en España, las tres anteriores entre Madrid y Barcelona. Un honor para A Coruña.

A González solo le pusieron una condición: la construcción de un pabellón. Ya estaba en los planes del alcalde Sergio Peñamaría de Llano, pero esto aceleró el proceso. No se llegó a tiempo a 1964, pero sí para 1972. Dos años antes, en 1970, el Palacio de los Deportes de Riazor se inauguraba con un partido entre la selección española de hockey sobre patines y un combinado de estrellas mundiales. En el palco, el caudillo Francisco Franco, que fue el encargado de entregar el trofeo a Joan Sabater, capitán del combinado nacional, y otras personalidades como José Antonio Samaranch. A Coruña se posicionó en el mapa de un deporte en el que se convertiría en una referencia mundial.