En España existe la expresión estar de dulce. “Y en Argentina también le decimos así a ese momento en el que todo te sale”, responde Maxi Oruste, al que le va como anillo al dedo porque ha ganado la confianza que necesitan los delanteros a base de goles al marcar en los dos últimos partidos del Liceo —ya lleva diez, segundo en la lista de artilleros liceístas por detrás de Jordi Adroher (24)—. “En el hockey actual cada vez hay roles menos marcados y uno tiene que saber hacer de todo”, argumenta el de San Juan, “pero sí que es verdad”, reconoce, “que para un delantero los goles son esa base de la confianza para estar bien y mejorar”. Los suyos estaban llegando a cuentagotas. Empezó marcando en los dos primeros partidos, contra Igualada y Taradell. Después encadenó tres sin ver portería contraria. Se desquitó bien frente al Vic, con cuatro de golpe. Pero tuvo que esperar otras cuatro jornadas para volver a mojar, frente al Palafrugell, por partida doble, y otras tres para encadenar estos dos últimos partidos seguidos con gol, los que anotó ante el Lleida y el Igualada, cuando en una señal de lo que significa ese gol todo el banquillo se abalanzó a abrazarle sobre la valla. “Es que estamos muy unidos. Y solo así se consiguen cosas”, indica.

Oruste llegó al Liceo como un delantero nato, pero no es lo mismo jugar en otros equipos que en uno como el verdiblanco, de mayor exigencia, con jugadores muy buenos y en el que normalmente cada integrante de la plantilla tiene un rol muy específico. Así que tuvo que adaptarse y aprender a hacer otras cosas, como defender más, pero también tácticas: “Antes jugaba más con la bola y ahora he tenido que aprender a jugar más sin ella. Gracias a eso estoy aprendiendo mucho”. Una evolución a la que todavía, estima, le falta para dar lo mejor de sí. “El primer año es de adaptación y este hay que dar un paso hacia adelante y considero que aún me falta mucho para alcanzar el nivel que puedo demostrar, en eso estamos trabajando”, añade.

La intención, por tanto, es prolongar el estado de gracia el máximo número posible de partidos. “Una vez que uno ya empezó, ojalá que continúe así. Pero lo importante es el equipo, la victoria está por encima de todos los goles que pueda marcar”, matiza. El siguiente compromiso del Liceo será el sábado en Taradell. Allí se dejó el año pasado el récord de victorias consecutivas el año pasado. Una derrota —en la primera vuelta ya se vengaron al vencer por 15-1 en A Coruña— de la que aprendieron mucho. “Totalmente”, confirma. “No estuvimos finos en ataque y en todas las temporadas tienes partidos así, hay que evitar un partido así”, analiza y cree que el equipo ya ha superado el pequeño bache que sufrió tras empatar contra el Caldes y la derrota frente al Reus en la Supercopa. “Cuando terminó el año pasado coincidió que perdimos algo de la solidez defensiva de la primera parte de la temporada, que empezamos a encontrarnos con los rivales de arriba y que hay que tener en cuenta que los demás también juegan”, explica. “Esos resultados también nos sirvieron para poner los pies en la tierra y creo que hemos demostrado que está más que superado”, finaliza.

“Gusta jugar contra el Barça, pero si no miramos el próximo paso nos perdemos del camino”, dice

Con el partido del Barça a la vuelta de la esquina es imposible que la mirada no se escape, aunque solo sea de reojo, hacia él. Maxi Oruste admite esas ganas de que llegue ya la cita del 5 de febrero, pero advierte que no hay que dejar que se nuble la vista. “Si no miramos el próximo paso nos perderemos del caminos”, insiste. “Tenemos un objetivo final y llegar al partido del Barcelona con los tres puntos de ventaja es muy importante, pero hay que ir paso a paso, no podemos adelantarnos, solo ir pasando los obstáculos según los vayamos afrontando”, añade. El duelo frente a los azulgrana tendrá que ser a puerta cerrada por las nuevas restricciones para hacer frente al avance del coronavirus. La presencia del público en el Palacio de los Deportes de Riazor llegó a ser de 500 espectadores, aunque en los últimos partidos ya había bajado a 250. Ahora esa cifra descenderá a cero. “Es una lástima, tal y como es un partido lindo de jugar, también lo es para ver”, se lamenta, “pero con esto que vivimos hay que ser responsables para frenar esto”. Con la situación sanitaria, “el miedito” de que haya que parar la competición siempre está ahí. “Intentamos no pensar en eso”, dice. Si pasara, no obstante, el Liceo sería campeón: “Ojalá que no pase. Nosotros queremos terminar y ser campeones al final”.