¿Qué hay mejor que ser coruñés, jugar al hockey sobre patines y llegar no solo a ser jugador profesional del Liceo, sino a lucir el brazalete de capitán? David Torres no lo esconde. Cuando era pequeño y acompañaba a su hermano Tito, que jugaba en las categorías inferiores del conjunto verdiblanco, se lo imaginó una y mil veces. Cuando eres niño es más fácil dejar volar la imaginación y soñar a lo grande. “Es cierto, ser capitán del Liceo es un sueño hecho realidad”, dice. No se conformó con lucir el brazalete sin más. Cada encuentro en el Palacio de los Deportes de Riazor lleva uno diferente para apoyar, visibilizar y e intentar recaudar fondos para una iniciativa social de la ciudad con su proyecto 1Partido1Causa. Su implicación en la pista y fuera de ella seguirán una temporada más después de que el club oficializase su renovación. “Es un momento muy bonito para pertenecer al Liceo. La gente se está enganchando otra vez con nosotros, con un proyecto que cada año mejora y al que solo le falta esa pizca de suerte para materializar todo el trabajo con un título”.

Tiene solo 26 años, pero habla con la experiencia de quien lleva desde los 15 jugando al máximo nivel. Creció siguiendo el ejemplo que tenía en casa de su hermano Tito y de los Facundo Salinas, Carlos López y Josep Lamas que había visto ganar la Liga Europea en la Palacio. Hasta que le llegó el momento, en el Cerceda, de entrar a él al vestuario. “Dejas de ser un niño. Empiezas a viajar, aprendes muchísimo... pero a veces hablaban de cosas de mayores y yo solo podía pensar que tenía un examen de Sociales”, bromea. “Sigo viendo los vídeos de esa época. Me veo que iba a toda pastilla, que lo daba todo, incluso de más. Tendría que verlos más porque aquel niño tenía cosas muy buenas que ahora no hago tanto porque juego en otra posición, pero sigo manteniendo esa hambre y esa ilusión”, expone.

El siguiente paso en ese proceso fue la marcha a Vic. “Fue el momento de poner mi primera lavadora. Ahí sí que dejé de ser un niño”, se ríe. Y también se llevó sus primeros golpes de realidad y cuenta una anécdota con Fernando Pujalte, entrenador de aquel Vic que era uno de los grandes de todas las competiciones: “Nada más llegar me puso un vídeo de mis defectos y de todo lo que tenía que mejorar. Y yo que me creía buenísimo”. Con el equipo catalán ganó una Copa del Rey y eliminó al Liceo de dos competiciones. “Quizás nunca se hubiesen fijado en mí si no me hubiese ido... quién sabe”, dice en torno al debate sobre si siempre se valora más a lo de fuera que a lo de casa. “Ahora mismo los coruñeses creo que se sienten muy representados por César, Martín y por mí. Es muy bueno que los niños de ahora quieran ser como nosotros y no como uno de fuera que cambia cada año”, insiste. Igual que pasa con Juan Copa en el banquillo. “Estoy encantado de hacer este camino a su lado y no me parece nadie mejor para ser el entrenador de este equipo”.

El proyecto está, valora, “al alza” y falta ese título que lo refrende. Puede ser en la OK Liga, en la que están a seis puntos del Barça —o a tres cuando recuperen el partido aplazado contra el Palafrugell— . En la Liga Europea, en la que se enfrentarán de nuevo a los culés y al Benfica. O en la ilusionante Copa del Rey, por fin, en A Coruña. Siempre en lucha contra el gigante azulgrana. “El hecho de estar compitiendo contra ellos ya significa que estamos haciendo las cosas bien. Y cada año estamos más cerca y eso es lo importante, ir mejorando”. El 3-7 que reflejó el marcador en su último enfrentamiento liguero dice que no refleja la actual diferencia entre ambos. Y por eso tendrán la oportunidad de revancha en la competición continental. ”Estamos ilusionados. Es complicado, por algo le llaman el grupo de la muerte, pero tenemos opciones de pasar a la final a cuatro”, valora.

Por todo esto, el capitán está seguro de que en los últimos años se está generando un sentimiento de reconexión con el Liceo. “Me he hartado de escuchar que juego en el Liceo, pero que no es como antes. Está claro que hubo una época maravillosa y el Liceo es lo que es por gente como Martinazzo, Huelves o Duarte. Pero a veces siempre parece que vamos a salir perdiendo con cualquier comparación”, reflexiona y, ya puestos a soñar, como hizo en su día con ser capitán, desea revivir aquellos tiempos: “Hay un buen proyecto y la ciudad está respondiendo, hay ilusión, movimiento en redes, se nota ese sentimiento. Ojalá se arregle esto pronto (la pandemia) y podamos celebrarlo de nuevo juntos”.

Una vertiente solidaria y reivindicativa

David Torres empieza a sacar brazaletes. Uno tras otro. Hay más de veinte, una cifra que seguirá creciendo entre esta temporada y la que viene, como mínimo. Y tiene uno un poco más especial que el resto, precisamente el último, dedicado a Afaco. En él se lee el mensaje “Del Alzhéimer he aprendido que la esencia de las personas va mucho más allá de la memoria” acompañado de una foto de un niño en los brazos de una señora. “Soy yo con mi abuela”, desvela. Las piezas de un puzle, un bigote, el logo de la Cocina Económica, una cruz roja, alimentos, uno rosa, la bandera de Malawi, la palabra Down, animales, el medio ambiente y el lema Justicia para Diego, entre otros. El capitán verdiblanco ha abanderado todas estas causas, aunque el COVID le haya obligado a replantear la fórmula, ahora más en redes sociales que directamente en los partidos en casa. “El simple hecho de conocer a tanta gente buen te hace ver la vida de otra manera. Y te hace ver que te preocupas por tonterías. Todos lo sabemos pero verlo cada 15 días te hace tenerlo presente mucho más”, indica. “No poder presentar esto al público en persona, sino en redes sociales, está afectando. Pero ahora tenemos un par de eventos deportivos en mente para poder dinamizarlo un poco más”, avanza.

“Loco” de los deportes y fan de Rafa Nadal

Si David Torres no fuera jugador de hockey sobre patines seguramente, dice, estaría en la empresa familiar. “Sigo formándome, ahora mismo estoy haciendo un máster de Desarollo Sostenible y Economía Circular, porque también es un mundo que me tira mucho”, reconoce. Aunque el deporte forma parte de su vida. “Ahora estoy enganchadísimo con el golf y en verano juego todo lo que puedo a pádel y a tenis”, desvela. Con la raqueta tiene un ídolo: “Si juega Rafa Nadal ya es lo más importante del día”. No por delante de su novia y su perro. La cuestión es desconectar del hockey. Para que dure cuantos más años mejor. Aunque no se ve como Payero, otro de sus ídolos, jugando hasta los 44.