Carlos Arévalo lleva encima una paliza física y emocional. Desde que hace casi catorce días arrancara el selectivo nacional para los Juegos Olímpicos, además de ser uno de los palistas que más veces le ha tocado salir al agua del embalse de Trasona (Asturias), remando cuatro carreras individuales de 200 metros y cuatro por equipos de 500, ha tenido que lidiar también con toda la tensión provocada por la polémica de la última semana que ha dinamitado todo el proceso. Pero si se puede sacar algo positivo de lo ocurrido, es el espaldarazo de la figura del coruñés. Del último en llegar, Carlos Arévalo ha pasado a ser el mejor, el imbatible. Como ya lo había sido en los anteriores test de 200 y en los de 400, ayer se impuso en las dos tiradas del día en el K1 200 metros, desvirtuadas por las ausencias de Carlos Garrote y Cristian Toro, con bajas médicas. Pero la regularidad de Arévalo no deja lugar a dudas de que, a día de hoy, él es el más fuerte y fiable de los seis aspirantes al K4 500, una de las opciones a medalla en Tokio.

Por el camino ha ganado en repetidas ocasiones a tres campeones olímpicos (Craviotto, Toro y Cooper) y a un campeón del mundo (Garrote). Palabras mayores. Sobre todo porque hasta ahora había sido siempre el principal obstáculo que se había encontrado en su carrera. Cuando en verano compita en Tokio en los que serán sus primeros Juegos Olímpicos, Arévalo tendrá 26 años. Todavía no un veterano, pero tampoco un niño. Con una calidad incuestionable, el del Ría de Betanzos ha tenido la mala suerte de caer en la mejor generación de esprínteres de la historia del ya de por sí laureado piragüismo español. Tenía el enemigo en casa y encima dormía con él. Las puertas de las grandes competiciones se le cerraban en selectivos y controles internos de este tipo porque o bien Saúl Craviotto, doble campeón olímpico, o Cristian Toro, o bien Carlos Garrote, campeón del mundo y de Europa, le dejaban fuera de las pruebas individuales.

A veces incluso ganaba. Como en 2019, cuando como un outsider —estaba más fuera que dentro del equipo nacional tras alistarse en el Ejército— sorprendió y se impuso a Garrote en el selectivo para la Copa del Mundo de Duisburgo y en teoría para un Mundial donde se repartían los billetes olímpicos. En ese momento la Federación se sacó un as de la manga para recalificar a Garrote “por criterios de calidad” y hacer una nueva prueba entre los dos en Alemania para decidir quién iba al Mundial. El coruñés perdió y tuvo que ceder el sitio, aunque después recibiera la recompensa de una plaza en el K4 500, con el que se proclamó subcampeón del mundo.

Desde 2016, cuando fue él que se que quedó sin sitio en el K2 con destino a Río —el acompañante de Craviotto fue Cristian Toro y se proclamaron campeones olímpicos—, Carlos Arévalo sabe mejor que nadie lo duro que puede ser este juego. Nadie regala nada. La clave estuvo en el primer día. Los seis estaban en igualdad de condiciones en el selectivo del K1. Media palada mal dada, una salida desacertada... cualquier fallo tiraba por la borda el trabajo de meses y años. Más en 200 metros, 30 segundos sin margen para la reacción. Él fue infalible. No fue una casualidad haber ganado todas las carreras rodeado de tiburones. Él ya es uno más. Y no va a soltar a su presa.

A la espera de un informe para conocer la formación definitiva del K4 para Tokio

El polémico selectivo del piragüismo español oficialmente terminó ayer en el embalse de Trasona con unas pruebas individuales de K1 200 metros en las que Carlos Arévalo se impuso en las dos tiradas del día a Saúl Craviotto, Marcus Cooper y Rodrigo Germade, en este orden de llegada en ambas. Si hubiese distinto ganador en cada una de ellas tendrían que haber hecho un desempate por la tarde, pero no hizo falta. Carlos Garrote y Cristian Toro, como ya habían anunciado, causaron baja. En el primer día del selectivo, cuando se decidió el ocupante del K1, ambos habían sido tercero y cuarto, por detrás de Arévalo y Craviotto. Ahora la Federación tendrá que elaborar un informe para determinar los ocupantes del K4 500. “Después de 14 días casi de controles, empezando por los selectivos de K1 y continuando con las de K4, por fin se ha podido terminar el proceso y ahora solo queda la elaboración del informe pertinente, con todos los datos que se puedan aportar a este proceso”, señaló el técnico Miguel García. “Esperamos que en breve se tome la decisión sobre la tripulación seleccionada, y que podamos empezar de una vez a trabajar de cara a los Juegos Olímpicos, que es el objetivo. Queda muy poco tiempo y los rivales están trabajando ya con tranquilidad”, añadió.