Hay partidos con épica y después está el de ayer del Liceo contra el Noia. Uno de estos guiones insuperables y destinados a dejar huella. Después de haber dominado el encuentro, los verdiblancos vieron cómo el rival le empataba a falta de dos minutos. Y en ese momento Juan Copa optó por ser valiente. Eran los tres puntos o nada. Uno no servía en su carrera por la OK Liga con el Barcelona. El entrenador coruñés se la jugó al quitar al portero Carles Grau y disputar los últimos 30 segundos con cinco jugadores de pista. Pero los visitantes tenían a cuatro dentro de su área, parapetando a su guardameta. El petróleo llegó base de faltas. La decimocuarta cuando faltaban siete segundos. Cualquier otro se hubiese rendido. El Liceo, no. Dio un pase atrás a Roberto di Benedetto, que entró con todo y forzó la decimoquinta. Quedaban dos segundos. Y al punto de la directa se dirigió Jordi Adroher. El mago quebró al portero y la enchufó a la escuadra mientras los 250 espectadores en el Palacio de los Deportes de Riazor se ponían de pie. Al Liceo nunca hay que darle por muerto. Ganó (4-3) y manda la bola de la presión al Barcelona, que hoy recibe al Lleida sin margen de error.

Al Liceo se le complicó un partido en el que había dominado por completo la primera parte sin sentenciar. Los verdiblancos salieron a por todas, nada de tanteo inicial para ver por dónde iban los aires del rival. Franco Platero tuvo la primera ocasión clara tras una asistencia de Adroher que dejó al argentino solo en el segundo palo. Se redimió en la siguiente jugada el 57 al sorprender al portero visitante colando la bola por el único hueco libre del primer palo. El ritmo era altísimo y Dava Torres tuvo la siguiente que solo evitó el palo y una nueva ocasión con pase medido que no acertó en boca de gol. César Carballeira, con otro lanzamiento al palo, culminó el festival de inicio.

El Noia respondía, tímidamente, pero dejaba claro que en cuanto se acercara fusilaría sin miramientos. Por eso los verdiblancos intentaban que eso no llegase a ocurrir, con una presión alta, intentando robar arriba y frenar la velocidad a la contra de jugadores como Manrubia y Pujadas. El partido subía en intensidad en medio de las protestas continuas de ambos banquillos. En medio de las caídas y los choques, el Liceo seguía a lo suyo. Roberto di Benedetto amplió la ventaja para dar cierta tranquilidad con un gol casi copiado al de Platero. La bronquedad provocó que se cumpliera el primer ciclo de faltas en el primer tiempo. Adroher falló su directa y Manrubia la del Noia. 2-0 al descanso.

El segundo tiempo empezó con un penalti en contra del Liceo. Costa, a la segunda, marcó. Cuanto más nerviosos se encontraban los locales, que perdieron el control del juego, tuvieron la suerte de que Costa marcó en la portería equivocada. Pero todavía le esperaba más sufriendo a los coruñeses. En la decimoquinta falta, Pujadas lanzó magistralmente la directa para marcar el 3-2. Quedaban ocho minutos. Los locales estaban desordenados, buscando una individualidad. Y fue Esteller el que en desajuste defensivo en un rechace en el segundo palo sacó tajada con el empate para terminar con el taquicárdico último minuto.