La de hoy es, probablemente, la cita más importante en la historia del Leyma. Y solo es el comienzo de lo que está por venir. El equipo naranja cierra la fase regular ante el Castelló (Palacio de los Deportes de Riazor, 12.30 horas) con la posibilidad de acabar en lo más alto de la tabla y con ello, contar con el factor cancha a favor durante todo el play off de ascenso a la ACB. Y todo en la misma jornada en la que el Palacio de los Deportes de Riazor vivirá su mejor entrada del año con mil espectadores en la grada. Ilusionante a todos los niveles. Y un reencuentro de equipo y afición después de unos meses muy duros.

Gary McGhee, entre dos rivales Víctor Echave

Las opciones del Leyma son diversas aunque se resume en que si gana puede ser primero o segundo y si pierde, tercero o cuarto. Y es que aunque afronte la última jornada desde la primera plaza, no depende de sí mismo. Tiene que vencer a los castellonenses y esperar a que ganen Breogán y Granada —o que pierdan ambos— o que solo sean los andaluces los que triunfen. En el caso de victoria lucense y coruñesa y derrota granadina, los naranjas serán segundos. La igualdad es tal que en un partido se puede pasar de la primera posición a la cuarta y viceversa. Porque el Castelló también se juega mucho y aunque de los de arriba entra con desventaja en esta última jornada, puede incluso acabar primero si asalta el Palacio coruñés. Y por eso también es casi imposible aventurarse a intentar adivinar un rival para la primera ronda, la de cuartos de final, del play off.

Hay que ir paso a paso. Como hizo el Leyma a lo largo de toda la temporada. Primero, fijándose como objetivo pasar entre los cinco primeros a la segunda fase. Después, asegurar el play off. Y por último, garantizar la ventaja de campo en los cuartos de final —acabar entre los cuatro primeros—. Ya solo queda el último paso, aunque no por ello es menos complicado. El Leyma ha llegado hasta aquí con una impresionante racha de seis victorias seguidas. Precisamente una de ellas la consiguió en Castellón por 77-78, un apretado final en el que la magia de Zach Monaghan decantó la balanza. Los visitantes también están en un buen momento de forma. Ganaron sus últimos tres partidos, el último a Oviedo, y ha recuperado piezas clave en su engranaje, lo que hace de su plantilla, como la naranja, una de las más largas del campeonato. La horma de su zapato. Aunque esta vez que lo que puede inclinar es la grada. Mil aficionados con ganas de reencontrarse con su equipo y ser testigos de un partido histórico.