La coruñesa Dolores Rojas vivirá en Tokio 2020 su terceros Juegos Olímpicos como jueza de las pruebas de marcha atlética. Después de haber pasado por Atenas 2004 y Londres 2012, la austeridad provocada por el COVID para la cita de esta verano es un contraste enorme. Aun así, es partidaria de que la competición siga adelante. “Si hay que ir así, se va a así”, dice.

Con su palmarés, ¿todavía siente mariposas en el estómago cuando se acercan unos Juegos?

No. Estoy deseando que empiece y cuando empiece, me pongo a hacer lo mío, lo de siempre, mirar a los atletas y sacarles o no la paleta. Tengo más preocupaciones por llegar que por actuar.

Qué diferentes estos Juegos de los otros dos que le tocó vivir.

Dentro de lo malo, tengo la suerte de que ya he estado en Atenas 2004 y en Londres 2012, así que eso ya lo he vivido. Y la suerte también de que ya he ido varias veces a Japón, como al Mundial de Osaka y otras pruebas, así que ya lo he visto. Sí que es cierto que con un amigo teníamos programado hacer de todo, teníamos entradas para el estadio olímpico, íbamos a hacer turismo... y se nos ha caído todo. Pienso que voy a juzgar, que la marcha me encanta y que son unos Juegos. Pero no es lo mismo. Y lo siento por aquellas personas que vivirán así unos Juegos por primera vez.

¿No les dejarán hacer nada?

Voy con el tiempo justo para juzgar y volver. Justo me acaban de mandar a una de las aplicaciones el permiso que tengo para estar allí, que es del 2 al 9 y con una serie de condiciones. Te comprometes a no salir, a no hacer, a no juntarte... a llevar una vida del circuito al hotel y del hotel al circuito.

¿Cuántos libros meterá en la maleta para evitar el aburrimiento?

Iba a llevarme libros, los compré pensando en ello, pero como al final voy a estar tan poco, me he descargado películas y series. Y allí veré los Juegos en la tele, aunque sea en japonés.

¿Cuántas páginas tiene el protocolo anti COVID?

Se volvieron locos. Yo tengo los billetes desde hace mucho tiempo. Y al ponerse todo peor, los organizadores decidieron que todos teníamos que pasar por Tokio y yo tenía el viaje a Sapporo —sede de la marcha— vía Hong Kong. No iba a Tokio a a nada. Lo tuvimos que cambiar. Tenemos que pasar por Tokio, por todos los controles, de cuatro horas. Y aún no sabemos cómo vamos a ir a Sapporo. Creo que la organización se ha visto superada.

¿Cuántos test tiene que hacerse?

Yo tengo que hacerme dos pruebas, una 96 horas y otra 72 horas antes del primer vuelo internacional.

¿Y allí?

Allí a los técnicos creo que no nos van a hacer nada. A los de Sapporo. A los de Tokio durante los tres primeros días les hacen de todo. Yo al final voy a estar tres días en Japón así que no les da tiempo. Pero a los atletas... pobres. Y a los medios de comunicación, ni te cuento. Es una locura lo que tienen que hacer. Pero bueno, o lo haces o no vas. Y mira que es complicado hacerlo. Porque al principio tenías que hacerte las pruebas solo en las clínicas autorizadas por ellos, y estaban en Madrid y Barcelona. Hablé con ellos y al final me autorizaron una aquí. Tienes que estar todo el rato pendiente de mandar las cosas y del correo, porque constantemente te están enviando actualizaciones y a veces cambian cosas.

¿Era partidaria de que los Juegos se celebrasen aunque fuera así?

Es que al final... había muchas implicaciones. Los deportistas tienen que competir y Tokio también tenía que dar salida a toda la inversión y las infraestructuras realizadas. El Comité Olímpico igual. Las televisiones.... Si hay que ir así, hay que ir así, aunque sea así de triste. Aunque por lo que escuché, a nivel televisivo van a intentar que sea espectacular y que no se vea tan frío. Pero para los deportistas... sí que va a ser muy triste competir así en unos Juegos.

Qué duro para los de la marcha, cuatro horas compitiendo sin un solo aliento.

La marcha por lo menos es al aire libre y en Sapporo no prohiben que la gente esté en la calle. Ahí sí que va a haber apoyo. No va haber tanta diferencia como en el estadio olímpico. Que no es lo mismo ver a Mo Farah en Londres, con todo el público, que aquello fue una locura... a que no te aplauda nadie.

Este no puede ser su último recuerdo de los Juegos. Va a tener que ir a París 2024.

Tal y como nadie se esperaba esto... yo creo que no hago planes a largo plazo ya. Vale, París, pero quién sabe qué puede pasar. Yo por lo menos he cambiado en eso, en mi manera de organizarme el tiempo y en planear el futuro. Sí que hago planes... pero siempre con eso de que puede venir algo que eche todo abajo. Hay que disfrutar del momento. Y eso haré. Ir allí, juzgar, disfrutar de unas pruebas como las de marcha que me encantan, tengo la suerte además de que son al aire libre, en una ciudad como Sapporo que no tiene muchos problemas y que el nivel va a ser buenísimo.

¿Cuáles son sus mejores recuerdos de Atenas y Londres?

Siempre recuerdo los 50 kilómetros de Londres. Estaba acostumbrada a que se empezaba muy temprano, sin público, prácticamente solo los atletas y los jueces. En cambio en Londres fue una prueba, en el circuito de Buckingham Palace, que estuvo desde el principio llena, con las aficiones picadas de buen rollo entre ellas, animando durante las 4 ó 5 horas, a mí me abucheaban de broma cuando sacaba una paleta... fue una sorpresa para mí ese ambiente, me lo pasé muy bien. En Atenas, pobrecita mía, sí que estaba nerviosa. Eran mis primeros Juegos, estaba recién aprobada... pero recuerdo que me impresionó mucho toda la estructura olímpica y el ambiente y que yo iba con mucha ilusión.