El soldado Carlos Arévalo tiene una misión. Lugar: Tokio. Duración: cuatro días. Y objetivo: dos medallas. Una, la del K4 500 metros con sus compañeros Saúl Craviotto, Marcus Cooper y el también gallego Rodrigo Germade —por la que habrá que esperar hasta el sábado—, parece más clara que la otra, un K1 200 de pura explosividad en el que unas centésimas pueden dar o quitar la gloria y cuyas eliminatorias afronta esta madrugada (02.37 horas). Acapara buena parte de las esperanzas españolas, también puestas en Teresa Portela, clasificada ayer para unas semifinales que tuvieron lugar, al igual que la final, la pasada noche. El piragüista coruñés, por su parte, vive con 28 años el mejor momento de su carrera. Físicamente siempre fue un portento, pero ahora añade madurez mental, estabilidad emocional y una confianza ciega en sus posibilidades. Un punto álgido con el que el del Ría de Betanzos puede empezar a escribir su propia historia. Saúl Craviotto, compañero y rival por el podio en la prueba individual, ya lo señaló como su heredero. Lo más difícil es empezar, romper la presión que acompaña a la primera vez.

Arévalo, en Kyotango antes de viajar a Tokio. | // LA OPINIÓN

Así que fiel a las leyes del cholismo, hay que ir partido a partido. Lo primero, las eliminatorias del K1 200: 35 segundos (lo ideal), como mucho 36, sin otra estrategia que esprintar sin descanso. El de Betanzos compite en la segunda. Son cinco piragüistas. Dos pasan directamente a las semifinales. Y no le tocaron buenos compañeros de viaje, a un lado el húngaro Kolos Csizmadia y al otro, el británico Liam Heath, el campeón en Río. Si no saca el billete, todavía tendrá otra opción en cuartos. Las semifinales se disputarán la madrugada del miércoles al jueves, lo mismo que la final. “Me parece más difícil la eliminatoria que las semifinales”, analiza José Manuel Sánchez, palista coruñés medallista internacional en pruebas de maratón y además amigo de Arévalo. “Es muy importante meterse entre los dos primeros de la eliminatoria porque se ahorra una carrera y se puede quitar algún favorito”, añade. “La medalla es factible, pero todo se juega en unas décimas de segundo. Entonces hay que hacerlo muy bien y que alguno falle. Estimo que hará falta estar en 35 segundos”, sigue.

Eso significa medio segundo menos que lo que hizo en el selectivo para imponerse a los miuras con los que tuvo que faenar: Saúl Craviotto, Marcus Cooper, Cristian Toro y Carlos Garrote, tres oros olímpicos y un campeón mundial. Su preparación entonces continuó entre su habitual Trasona, en Asturias, a Portugal, donde pasaron unas semanas eligiendo el nuevo bólido para el K4. También han tenido una adaptación de dos semanas a las condiciones de Japón, donde han tenido una concentración en la localidad de Kytango, en el otro litoral del país, una localidad elegida por la Federación para reproducir de la forma más aproximada las condiciones a las que se enfrentarán en el canal Sea Forest de Tokio. “Es una pista de agua salada y sin canal de retorno, lo que implica que haya mucho movimiento del agua y olas. Además, estos días el viento ha estado muy cambiante”, indica Sánchez, que aclara que lo que más le conviene a Arévalo es que sople a favor, condiciones similares a las de Trasona, porque en contra le perjudicaría por su corpulencia, aunque el coruñés ha ganado en resistencia.

“Está con menos grasa corporal, con más entrenamiento, con mayor punta de velocidad”, enumera el de Oleiros, “la pista tiene más flotabilidad y el calor también le ayudará”, continúa, “y en este tiempo en Japón se ha adaptado muy bien a los horarios, al clima y a la comida —incluso a la vestimenta con un posado en kimono— y ya llevan un par de días en la Villa también muy a gusto”. Ahora tiene que sacarse la tensión de llevar tantos días allí esperando para competir, lo que puede general situaciones e mucho agobio. Y por eso el K1 es la mejor forma para desfogar, dar salida a todo lo reprimido hasta el momento y coger carrerilla hacia el gran objetivo. “La medalla es factible, pero tiene que salir todo muy bien”, resume su compañero. Tiene menos dudas sobre lo que pasará en el K4, que se remarán las eliminatorias el viernes y la final, el sábado. “Serán oro o plata. Y yo diría que oro”, vaticina. En esta, la prueba reina del piragüismo, el rival es clarísimamente Alemania, en el que uno de los miembros de su equipo llega entre algodones tras una rotura de vértebra. “Habrá dos carreras, una por el oro y la plata entre España y Alemania y otra por el bronce entre el resto, y con bastante distancia entre ambas”. Carlos Arévalo acepta el reto. Está preparado para su destino.