Paula Otero gana tantas medallas que su madre ya no sabe qué va a hacer con ellas. Pero bendito problema. Y que no acabe nunca. En esta recién terminada temporada, la coruñesa sumó a su ya extensa colección 15 medallas solo de Campeonatos de España, a las que añade otras dos, hasta ahora, las más valiosas y preciadas, las primeras de categoría internacional, dos bronces ganados en el Campeonato de Europa, uno en la piscina, otro en aguas abiertas. La nadadora del CN Arteixo, de 17 años, cierra su etapa como júnior convertida ya en una realidad y pisando fuerte de cara a su estreno en la categoría absoluta, en tan solo unos meses, porque ya ha conseguido las marcas mínimas para formar parte del equipo nacional. Porque ya no solo han sido las medallas que se colgó, sino los tiempos conseguidos. Pero de momento, tocan unas pequeñas vacaciones antes de regresar al CGTD de Pontevedra para empezar de nuevo con la caña.

“Lo pienso y digo... madre mía. Ya no solo por las medallas. Es más por las marcas, la forma de nadar las pruebas, que se ha notado un gran cambio a la hora de afrontar las competiciones”, analiza. En el Campeonato de España, de hace unas semanas, de hecho, se proclamó campeona absoluta y además refrendó los espectaculares tiempos que había hecho en el Europeo, incluida la mínima olímpica en los 1.500 metros: “Hacerlo una vez ya es impresionante, pensaba que igual las había hecho en el Europeo por la emoción de estar allí. Pero ser capaz de repetirlo es mejor, no me lo creía”.

Así terminó su etapa júnior. Se le ha pasado rápido el tiempo. Parece que fue ayer cuando hizo su primera mínima para ir al Campeonato de España, cuando empezó a subir al podio por primera vez en categoría alevín, una y otra vez, cuando ya apuntaba maneras, todo oros, una sola plata. Después encadenó participaciones en las diferentes edades con pleno de primeras posiciones. Ganando en las filas del CN Liceo y entrenando en A Coruña. Ganando en las del CN Arteixo y ya en el Centro de Pontevedra. Ganando en piscina. En aguas abiertas. En larga distancia. En cortas. Hasta hacerse mayor. “Y ahora ya me echo a los leones”, bromea sobre su paso a absoluta. “Me despido muy contenta de la etapa júnior, pero con ganas ya de empezar a ver cómo me desenvuelvo como absoluta”. Aunque seguirá siendo la pequeña del equipo nacional. “Es una gran oportunidad, no todo el mundo la tiene, y el hecho de poder entrenar con los mejores, hay que aprovecharlo al máximo”, dice.

Una trayectoria tan fulgurante, un progreso continúo cada temporada , sobre todo desde que se reconvirtió y centró en las pruebas de fondo que, recién terminados los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, es obligatorio e inevitable mirar en el horizonte a los de París 2024. ”Ojalá”, desea. Se pone un poco nerviosa al contestar a esta pregunta. “Están ahí, solo quedan tres años... ojalá seguir aquí aguantando”, responde. Sabe que es muy importante ir poco a poco, sin obsesionarse, porque llegar a unos Juegos depende de muchos factores. Disfrutar del proceso es clave. Y si le siguen acompañando las medallas y resultados, también lo hará más fácil.

Un deporte duro que exige mucho sacrificio: “Soy fondista y tengo entrenamientos muy largos”

La natación es uno de los deportes más sacrificados. Y solitarios. Las rutinas de la coruñesa Paula Otero en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva, donde vive y entrena en Pontevedra, son un ejemplo de ello. “Entramos al instituto a las ocho de la mañana; paramos a las 10 para ir a entrenar; volvemos a clase. Comemos, descansamos un rato y ya volvemos a entrenar”, explica. “Somos el deporte que más entrenamos porque también hacemos seco, gimnasio... nos lleva bastantes horas”, cuenta la nadadora del CN Arteixo sobre su duro día a día. Una batalla además que hace con la única compañía de la línea en el suelo que marca las calles de la piscina. “Suelo cantar”, desvela la joven de 17 años. “Al ser fondista tengo entrenamientos muy largos y la cabeza se dispersa tanto que a veces ya no sé ni en qué lado de la piscina estoy. Empiezas a encadenar una cosa con otra... por eso lo que más me funciona es cantar”, dice, aunque desvela que ha llegado incluso a repasar para los exámenes. A la carga física, sin embargo, se le añade la mental, con el miedo a estancarse, a quemarse antes de tiempo. “Cuando veo mis marcas lo pienso, están muy bien, ¡pero ahora me va a costar mucho bajarlas!”, reconoce. “Y yo tengo mucha suerte porque voy viendo los resultados. Y eso me anima a seguir y un poco más”, concluye.