Un Clásico es un Clásico. Por más que la liga se decida dentro de más de seis meses en un play off que poco o nada tendrá que ver con el partido que disputen hoy en el Palau Blaugrana (12.15 horas) el Barcelona y el Liceo. Se miden los dos mejores equipos, dos grandes a los que siempre les gusta ganar. Por lo que tiene ingredientes para volver a ser un partidazo entre ambos, como ya lo fueron los últimos, que no han sido pocos. Solo la temporada pasada se vieron las caras en los dos partidos de liga (uno para cada uno), en la Liga Europea (empate) y en la final de la Copa del Rey (triunfo liceísta). Y esta ya hay un precedente, la victoria del Liceo en la Supercopa de España.

Y aun así, desbordan de ganas por volver a enfrentarse. “Hay ganas de clásico”, confirma Juan Copa, entrenador del Liceo, “independientemente de que este año la liga no sea formato regular”. El partido tiene ese aroma de clásico, pero con un ápice de descafeinado. “Da igual”, opina el técnico coruñés, “es un Clásico, un Barça-Liceo en el Palau”. En la última visita al feudo barcelonista, los verdiblancos se llevaron el triunfo. “Evidentemente tenemos ganas de repetir el resultado del año pasado. Pero es complicado porque por algo es tan difícil ganar allí”, valora Copa. “Vamos con la intención de competir, de hacer un buen partido, de intentar sacar los resultados que estamos consiguiendo últimamente, que están siendo positivos, pero sabiendo que hay que trabajar cosas diferentes para hacer un partido competitivo. Eso es lo que nos puede llevar a lograr los tres puntos, que es el objetivo que tenemos”, confirma. Son solo tres puntos. La liga no se decide allí, pero el Liceo tiene la oportunidad de situarse primero —la segunda posición no la va a ceder aunque pierda—. Y dar otro golpe moral al máximo rival.

Viaje a Barcelona

La expedición del Liceo viajó ayer a la Ciudad Condal para tener un día de descanso antes de medirse al Barcelona. Sin embargo, no pudo hacer la típica sesión antes del partido en la pista rival. Los verdiblancos están acostumbrados a coger el avión el mismo día de los encuentros. Pero en esta ocasión, entre la entidad del duelo —lo que aconsejaba llegar con un poco más de descanso— y que se jugaba por la mañana, obligaron a adelantar un día la salida del viaje. Paseos, descanso y sesión de vídeo coparon sus horas previas al gran partido.