Con el viento a favor de la conquista de la Copa del Rey y la Supercopa y el regreso del equipo femenino a la élite, el Liceo dispuso ayer sobre la pista del Palacio de los Deportes de Riazor las medallas de sus campeones, que ya están de vuelta y listos para nuevas batallas con la camiseta verdiblanca. “La alegría fue brutal. Lo celebré como nunca. Aquí también logramos dos conquistas importantes en los últimos meses, pero debemos ser ambiciosos”, apunta Carles Grau, protagonista defendiendo la meta española en la final del Europeo de Paredes de Coura. Él se trajo a A Coruña el oro y el título junto al coruñés César Carballeira y a su hermano Marc. “La ilusión de los jugadores es máxima por ganar títulos y cuantos más, mejor”, reafirma el goleador. Los tres lucieron ayer sus preseas junto al también verdiblanco Roberto di Benedetto, líder de la Francia subcampeona, una de las grandes revelaciones de una fase final adaptada a la era COVID, y junto a Bea Gaete, que salió victoriosa del Panamericano con Chile.

Carles Grau valora la conquista de este título, aunque España lleva tiempo ganando este tipo de torneos. La cultura vencedora está instalada en el combinado nacional, a pesar de que “solo repetían cuatro o cinco jugadores” de la lista de últimos triunfadores. César Carballeira discrepa de que haya “una continuidad” o de que no se valore lo conseguido. “Es un título muy importante sin restar importancia a los otros (con el Liceo), pero tenemos que estar centrados en Liga, Copa y Champions, porque si no lo haces, te estancas”, asegura con un punto de ambición, mientras huye de la supuesta controversia por ese primer duelo ante Francia en el que el resultado benefició a ambas selecciones y que fue muy criticado en Portugal. “¿Polémica? Que cada uno tenga la suya, nosotros hicimos nuestro trabajo. Ganamos a Francia para estar en la final y lo demás nos da igual. Nuestro objetivo era traer la copa”, zanja el coruñés.

El que no fue campeón, pero como si lo fuese, dado su papel de líder y el salto adelante de Francia, fue Roberto di Benedetto. El combinado galo le ganó a Italia y a Portugal y puso contra las cuerdas a España en la final. Solo en la prórroga con el gol del exliceísta Toni Pérez pudo acabar doblegando su resistencia. De madre coruñesa y padre italiano, admite que cada día están más cerca de la cima, pero sin verse aún al nivel de los mejores equipos del continente. El primer paso lo dieron en este Europeo. “Deseábamos jugar una final y luchar algún día por un título. No sabíamos si podría ser esta vez, aunque estábamos trabajando y con este formato era importante empezar bien ante Italia y Portugal y les ganamos. Teníamos más cartas para ir a la final y lo conseguimos”, refuerza. Ahora solo queda el último paso, aunque con cautela. “Portugal y España tienen el papel de favoritos por su historia y es verdad que, a partir de ahora, nos van a respetar más y nos van a considerar para llegar a las finales, pero hasta que no ganes no consigues esa condición. Cada año nos tienen más en cuenta y estamos igualando a Italia. El paso lo dimos, pero aún no estamos al nivel de España y Portugal”, relata.

Bea Gaete tuvo que cruzar el charco, aunque también regresó con el oro. Debutó en el primer partido de liga con el Liceo, se perdió los dos siguientes y está lista para el cuarto. Todo dándole perspectiva a su título con Chile. “La pandemia afectó mucho al nivel del hockey en Sudamérica y eso se notó en el Panamericano, pero estoy feliz”, revela.

“Jugar en Portugal es otro mundo, da un poco de envidia”, apunta el portero, ex del Porto

Entre los casos de COVID que van salpicando al Barcelona tras el Europeo y la polémica con Portugal en la previa de la final, el país luso y todo el fuerte entorno del hockey patines que tiene se convirtieron en un actor más en la cita continental de Paredes de Coura. Más allá de algún intercambio o de algún mensaje desmedido, Carles Grau prefiere quedarse con ese ambiente que rodea al deporte en un país y en una liga que conoce muy bien. “Yo ya jugué en Portugal y no me extraña ver los pabellones llenos. Es el segundo deporte nacional y estoy acostumbrado, pero es verdad que da un poco de envidia. En el Palacio de los Deportes de Riazor viene gente, pero es grande y no se nota tanto. Es una experiencia bonita, la de jugar en Portugal, es otro mundo. Se vive mucho. Después en la final había gente que iba en contra nuestra y eso nos motivó un poco. Pero pasado eso, no hubo ningún problema, pudimos salir tranquilamente del pabellón. Lo dan todo por Portugal e ir a su selección es lo máximo y animarla también. Vivir todo eso es bonito, pero nada más”, cuenta. Ya todos encaran la liga. El masculino, el sábado a las 20.00 horas con la visita al Caldes y el femenino, también a domicilio y el mismo día ante el Cerdanyola a las 20.30.