El Victoria vivirá esta tarde (19.00 horas) uno de los capítulos más importantes de su larga historia. Disputará por primera vez la Copa del Rey desde su fundación en 1943 y lo hará ante nada menos que un vigente campeón europeo. Entre el modesto club coruñés y el Villarreal media un abismo y superar la eliminatoria significaría mucho más que una de esas sorpresas que suele reservar el torneo. “A las cosas hay que llamarles por su nombre y las sorpresas las hubo con tres categorías de diferencia”, puntualiza su técnico, Guillermo Pigueiras.

Unai Emery. | // EFE M. Otero

La distancia entre el Victoria y el Villarreal va mucho más allá. Sobre Riazor se medirán un conjunto de la Preferente gallega y otro que disputa la Liga de Campeones. “Con nosotros hay seis categorías de diferencia, hay que saber quiénes somos y dónde estamos. Se habla mucho de sorpresa y lo vamos a intentar, pero es muy difícil. Esto no puede compararse con el Alcorcón, el Alcoyano o el Numancia, hay tres categorías más de diferencia. Hay que tener los pies en el suelo, saber que somos el Victoria, que tenemos un buen equipo, pero que hay mucha distancia con el campeón de la Europa League”, reflexiona Pigueiras.

Para el Victoria participar en la primera ronda de la Copa después de eliminar al Hernani en la eliminatoria previa se trata de un premio, la recompensa para un modesto con solera y tradición en el fútbol coruñés. Fundado en 1943, casi ocho décadas adornan la historia de un club en el que se han formado algunos de los mayores talentos de la ciudad. Amancio Amaro, Jaime Blanco o más recientemente Lucas Pérez, Róber Pier y Juan Carlos Real vistieron su camiseta blanquinegra. Todo el trabajo detrás de una entidad que aglutina una treintena de equipos y alrededor de 600 jugadores quedará expuesto esta tarde.

“Esto es como si llevásemos mucho tiempo trabajando en un bajo y de repente se pusiera un escaparate para que se viera todo lo que se está haciendo dentro”, razona Guillermo Pigueiras. “Este partido para nosotros es un escaparate para que la gente vea todo lo que se está haciendo bien y que hay un proyecto de club serio y de futuro. Por suerte este tipo de partidos nos ayudan a que toda la gente del fútbol y del resto de la ciudad y de Galicia sepan todo lo que está haciendo el Victoria”, añade.

El partido no podrá separarse de su componente festivo, en parte será también un reconocimiento a las familias que dan forma al club y los sacrificios que hacen en el día a día para llevara a sus hijos a entrenar y acompañarles cada fin de semana. “Es una fiesta histórica para el club y tendrá que pasar tiempo para que nos demos cuenta de esto. Para nosotros es llevar a la realidad sueños que tenemos desde pequeños”, subraya Pigueiras.

El resultado podría quedar incluso aparcado, por eso estos días en el grupo se asomaba más la ilusión por la cita en Riazor que el nerviosismo. “Nervios no vamos a tener, porque tenemos mucho que ganar y nada que perder”, asegura el entrenador del Victoria. “Tenemos ilusión por ver que se acerca algo con lo que habíamos soñado. Influye más la sensación de vivir algo extraordinario. Lo tenemos que ver como un día para disfrutar y vivir ese sueño. Tenemos que intentar estar lo más tranquilos para estar cada uno más cerca de su cien por cien, si nos acercamos a eso ya habremos hecho todo lo que pudimos. A partir de ahí serán el rival o las circunstancias lo que decidan lo que pueda pasar”, argumenta.

Al técnico le tocará sin embargo la parte más amarga de la tarde porque tendrá que escoger a los que participen. Alguno se quedará sin jugar, pero al menos podrá vivir la experiencia junto al resto de sus compañeros. Eso es lo que ha empujado a Jorge Rodríguez Saavedra, a volar hoy mismo desde Irlanda para estar con sus compañeros.

A comienzos de esta temporada se marchó a trabajar como profesor a Dublín y aparcó siete cursos ininterrumpidos en las filas del Victoria. Vivió desde la distancia el partido contra el Hernani y lo pasó tan mal que se propuso poder estar en la cita contra el Villarreal. “Lo hablé con mi novia y con mi hermano y solo necesitaba a alguien que me apoyara en esta locura”, explica sobre su viaje exprés hasta A Coruña para estar en la convocatoria. “Necesitaba un empujón porque soy consciente de que es una locura”, insiste; “pero fue durísimo vivir el partido contra el Hernani desde tan lejos”.

Jorge pasó antes por la cantera del Deportivo y llegó a participar en algún partido en Riazor con las categorías inferiores en el Teresa Herrera, pero nada se parecerá a lo que vivirá hoy con sus compañeros. Jugar es secundario para él. “La decisión de ir hasta allí es para estar con el equipo. Hablé con Guillermo [Pigueiras] y me dijo que había sitio para ir en la convocatoria, con eso a mí me llega”, asegura.

Rodríguez, al igual que su entrenador, apuesta por disfrutar al máximo de la experiencia de esta tarde. “El hecho de jugar en Riazor ya es un premio. Desde el momento que nos juntemos hay que vivirlo como si fuera el último, pero centrados en competir. Lo que hay que hacer es disfrutar”, recomendó Jorge antes de una cita histórica para un club histórico.