Todavía le cuesta pasar página del ultimo capítulo de su carrera deportiva y María de Valdés ya está a punto de abrir una nueva. La lógica decepción de haberse quedado por partida doble —en piscina y en aguas abiertas— a las puertas de los Juegos de Tokio le obliga a resetearse en busca del siguiente reto olímpico: París 2024. El Campeonato del Mundo en piscina corta que mañana empieza en Abu Dabi será el kilómetro cero para la nadadora del Liceo. “Voy un poco a la aventura. Es mi primer Mundial en piscina —ya fue a dos en aguas abiertas— y la verdad es que en los últimos meses no pasé una buena etapa. A ver qué sale”, reconoce. “Voy sin presión, a disfrutar y a aprender mucho, lo que me servirá para el futuro”, continúa.

Lo de esta malagueño coruñesa es caerse para levantarse más fuerte. “Fue un tristeza y una rabia muy grandes quedarme fuera de Tokio y eso influyó a la hora de afrontar el inicio de esta temporada”, explica. Se había dejado mucho en el anterior ciclo olímpico, concentraciones y pandemia de por medio. “Es normal tener altibajos, pero con el apoyo de mi entrenador, de la psicóloga y de mi familia, poco a poco he visto que el deporte es seguir trabajando, y que ahora tengo un Mundial para hacerlo bien”, dice.

Ayer tomó un vuelvo desde A Coruña hasta Madrid y allí otro con destino a Dubái, punto de inicio de la última etapa de su viaje, ya en carretera, para llegar a Abu Dabi, donde mañana arrancará la competición en la que nadará 400 y 800 libres. Pero hoy todavía tendrá que esperar encerrada en el hotel hasta que el resultado de la PCR confirme que está limpia de coronavirus mientras descansa del largo desplazamiento y se adapta a los horarios. El viernes debutará en los 800 —la final, si se clasifica, será el sábado— y el domingo competirá en 400. “Me hubiese gustado nadar los 1.500, pero en piscina corta no hay”, aclara. El pasado fin de semana se proclamó campeona gallega de larga distancia y eso le da confianza. “Tuve buenas sensaciones y me estoy encontrando bastante bien”, añade. Cree que clasificarse para la final, como ya hizo en el pasado Campeonato de Europa con italianas y húngaras como rivales, “serían palabras mayores” y tampoco se pone grandes metas porque este será “un año diferente”. “Seguiré trabajando y quiero estar arriba, pero será como de preparación y adaptación para los dos próximos, en los que ya voy a ir a por todas hacia el siguiente objetivo”, indica. Y ese no es otro que París 2024.